martes, 29 de noviembre de 2011

Young Love Murderer V

Estábamos fuera de un gran y antiguo edificio, los dos mirando hacia arriba, en alguna de esas ventanas debía de vivir su hermana. Yo tenía que hablar con Travis; y Joseph se quedaría afuera, porque ellos ya habían hablado antes, faltaba yo.
-Ve- me susurró, apretando mi mano un poco más para después soltarla. Genial, acaba de asegurarme de que él se quedaría aquí, y yo tendría que subir sola.
Pregunté en recepción dónde podía encontrarlos, y, afortunadamente, su departamento estaba apenas en el segundo piso. Subí las breves escaleras y al llegar al último peldaño, me di cuenta de que en ese piso había sólo una puerta con número, supuse que ahí debía estar, y toqué el timbre. Luego de unos segundos, abrieron.
Justamente era Travis, quién lucía una enorme sonrisa, y traía un bebé en su brazo izquierdo, el cual reía.
-Demi- mencionó, apenas me vio, y su sonrisa iba decayendo.
-Hey- le dije -¿podemos hablar, por favor?-
Cuando me hizo pasar, fuimos a sentarnos a un cómodo sillón, que encajaba perfecto con la decoración del lugar, era una especie de penthouse, un poco más pequeño, pero sin dejar de ser enorme, una escalinata en forma de espiral me indicaba que  el hogar seguía un piso más arriba. Miré al bebé, y me sonreía.
-Es mi sobrino- me dijo Travis.
-Se parece a ti- sonreí.
-Esa es la idea- y rió mientras el pequeño estiraba los brazos hacia él. Nos quedamos unos cuantos minutos mirando cómo el bebé intentaba caminar por sí solo, pero apenas daba dos pasos, y se caía; no debía de tener más de un año y un par de meses.
-Travis, lo siento mucho- dije, como si ya no pudiera sostener esas palabras dentro de mi cabeza, necesitaba sacarlas de alguna forma. Levantó su cabeza y me miró, sonreía, autenticamente.
-No te preocupes- me contestó -hablé con Joe y... supongo que él te merece más que yo-
-Nunca digas eso, yo soy la que pierde aquí, cualquier chica sería afortunada de ser tu novia- traté de sonreírle como él lo había hecho, pero no pude.
-¿Eso quiere decir que ya no somos novios?- soltó una carcajada nerviosa, y volvió a mirarme, busqué su mirada, intentando pedirle perdón -supongo que ambos sabemos la respuesta-.
-Travis, yo...- balbuceé -perdóname-
-¿Por qué pides perdón? No lo hagas- tomó mis manos y las cobijó, cuando dejó a su pequeño sobrino sentado y jugando en la acolchada alfombra -no debes pedir perdón por esto, es tu felicidad, de nadie más. Ya te dije que hablé con Joseph, y puedo asegurarte que él te ama más de lo que yo jamás podría; no es que no te tenga cariño, todo lo contrario, Demi, yo te adoro, pero él está enamorado de ti-
Y, como me pasaba muchas veces, no podía encontrar las palabras necesarias, mi cerebro aún procesaba cada cosa que me había dicho. Además, que alguien más me hubiese dicho el amor que Joseph sentía por mí, me llenaba el estómago de mariposas. Sin que yo lo note, ya estaba sonriendo de oreja a oreja.
-Y tú lo amas a él- me miraba, también sonriendo.
Me sorprendí de lo mucho que Travis se preocupaba por mí, y me sentí agradecida.
-Si bien ya no estamos juntos, no quiero perderte nunca- le dije, y sus ojos brillaron de alegría -eres como un hermano sobreprotector para mí, ¿prometes quedarte conmigo?- por alguna razón, también me dolía tener que decirle esto, porque sabía que debía dolerle.
Pero lo disimuló muy bien, me lo prometió, y al fin pude respirar en paz, porque ahora sí, todo estaba en orden, todo estaba como antes, sólo que, ahora tenía a otra persona especial en mi vida.
Nos despedimos con un "te quiero mucho", un fuerte abrazo y los dos con una sonrisa en el rostro. Bajé las escaleras corriendo, pero no encontré a Joseph fuera del edificio.
De pronto, lo vi saliendo de un café Starbucks. "Lo siento, tenía que ir al baño", se excusó, causándome una agradable carcajada. Nos tomamos de las manos, y empezamos a caminar. Iríamos a buscar su equipaje al hotel donde se estaba quedando hasta ahora, para cambiarse al departamento de Nicholas, que yo aún no conocía.
No debería haberme sorprendido de que Joseph se haya estado hospedando en un hotel como el Hilton. Nos acercamos al sector de recepción, y fui hasta el mesón a pedir la llave. ¿Era de nuevo mi novio?, bueno, el chico del que estaba enamorada llegó junto a mí. Mientras la recepcionista buscaba entre los cientos de manojos de llaves, él aprovechó para voltearme y hacer que lo besara, de repente sentí sus manos bajando por mi espalda y llegando hasta un poco más abajo, dando un fuerte apretón.
-¡Joseph!- lo alejé de mí, chillando.
-Lo siento- se disculpó, riéndose.
-Sí, seguro- le respondí. Ni siquiera intenté parecer enojada, porque sabía que no resultaría. Siguió riendo, y depositó un tibio beso en mi sien.
Subimos por el ascensor, hasta la suite dónde dormía. Pasamos, y, como me lo imaginé, había una exagerada cantidad de maletas.
-¿No te conformas con ser un hombre común?- le pregunté en broma; él rió tímidamente. Dejé mi bolso en la  cama y me le acerqué lentamente.
-Te amo, ¿lo sabías?- le pregunté, apegándome a su cuerpo, ubicando mis manos en sus pectorales por sobre su playera de algodón.
-Sí, pero me encanta que me lo recuerdes- me aferró con sus fuertes manos en mi cintura, y nos acercamos lentamente, nuestros labios se rozaban, pero esto era diferente. Algo me recorría el cuerpo, lo amaba, pero estaba experimentando algo que nunca sentí antes, nos demoramos algo hasta que por fin nos besamos, de una nueva manera, complementándonos mejor.
Nos besamos, pero este beso prometía mucho más. Me asusté, terminé nuestro cariñoso encuentro repentinamente y fui al baño. Al salir, Joe estaba de espaldas hacia mí, mirando por la ventana, hacia la gran ciudad que se extendía bajo nuestros pies y nuestra mirada. En menos de un segundo ya estábamos a un centímetro de distancia.
-¿No quieres aprovechar la privacidad que tenemos en esta habitación?- susurré seductivamente, en su oído. Mis manos, que se posaban en sus hombros, se deslizaron un poco más adelante, agarré la chaqueta del traje que vestía, y la fui sacando, de a poco, hasta lograrlo. Sus pantalones de tonos plateados se le ajustaban a las piernas, y su ceñida playera negra lucía su trabajado cuerpo de la mejor forma. Volteó, raudamente posicioné mi mano derecha en su barbilla, acerqué mis labios, y el contacto que éstos tuvieron con su cara sin afeitar era bastante excitante. Ambos sabíamos lo que estábamos sintiendo, ¿lo intentaríamos?. Yo sí quería, lo que más quería era hacerle el amor.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Young Love Murderer IV

Antes de reaccionar sobre lo que estaba haciendo, me sacaron de mi fantasía de repente. Nick tomaba mi brazo con fuerza, y echaba a Joe hacia atrás, lentamente; lo alejaba de mí y yo no quería.
Le dirigí mi mirar a Nicholas, pero inmediatamente me volteé hacia su hermano.
-¿Cómo entraste?- mi voz era algo que sonaba extremadamente desesperado, apenas podía respirar, y de a poco se iba formando un inmenso nudo en mi garganta.
-Vine con Travis- respondió a mi pregunta sin vacilar un solo segundo.
Mientras a mi novio se le debía estar partiendo el corazón en pedazos, yo estaba aquí, como una idiota, preocupándome sólo por Joe; ¿qué tan mal debería sentirme por eso?, ¿peor de lo que me estaba sintiendo?.
Corrí hacia la habitación principal del departamento, me lo encontré sentado en el radiante sillón blanco, con su mirada perdida por el balcón, me planté en el piso y no dejé de mirarlo hasta que él se fijó en mí.
-Demi- dijo, tratando de fingir una sonrisa. Pero inmediatamente se puso de pie, como si estuviese esperando a que yo llegara para hacer esto. Tomó una pequeña mochila negra que apoyaba en sus pies.
-No te vayas- le dije muy rápido -¿podemos hablar, por favor?-.
Su mirada cambió completamente, me observaba como exigiéndome que me detuviese. Pasó a mi lado y salió del lugar, así, como si nada.
Decidí ir tras él, de nuevo. ¿Tan drásticamente acabaría nuestra historia?.
-¡Por favor!- grité a mitad del pasillo, él ya iba cerca del ascensor.
No me hacía caso alguno, caminé, más bien troté, para poder alcanzarlo, Travis ni siquiera se daba media vuelta. Me aferré a su playera, y él detuvo sus pasos. Se volteó a verme, y de sus celestes ojos se asomaban espesas lágrimas, su cara ya no reflejaba la alegría de todos los días. Tomó mi mano con la que lo estaba atando, acarició mis dedos y los despegó de dónde estaban.
Sabía que lo mejor que podía hacer, era no hacer nada más. Se subió al elevador, las puertas se cerraron, y me di cuenta de que perdía todo lo que había sido mi vida en New York... porque, además de ir a la academia, él era todo lo que había podido conseguir, con él pasaba todo mi tiempo, con él solía ir a todas partes, una parte de mí se iba con él. Pero, más que mi novio, él fue como un mejor amigo, como un hermano , consolándome a mí, y a mi herido corazón.
Me sentía frustrada, incompetente, hipócrita, ¿así se sentía defraudar a alguien?. Empecé a llorar, pero de rabia, y ya sabía en quién descargarla. Regresé a paso rápido, dando cuánto portazo pude, hasta mi dormitorio.
-¡Todo esto es por tu culpa!- empujé a Joseph por su pecho; él me miraba incrédulo.
Se demoró unos minutos, pero al fin respondió a mis palabras.
-¿Qué?- bueno, por lo menos había respondido.
-¡Tú sabes a lo que me refiero!- estaba histérica, y él hacía que me sintiera aún más nerviosa, me estremecía todavía más, me alborotaba pensar que estábamos tan cerca pero tan lejos a la vez.
-¡No! No lo sé, Demi- exhaló aire, y se quedó con los brazos suspendidos, y sus manos por sus bolsillos.
-Por causa tuya Travis se fue, por tu culpa le hice daño, ¡es todo tu culpa!- Joe seguía con la misma cara de no comprender nada -todo por ti, por tu genial idea de haber venido de repente, después de semanas y semanas, a refregarme en la cara que, que...-
-¡Yo sólo vine a pedirte otra oportunidad!- de a pequeños pasos se iba acercando a mí.
-Creo que ya te dí una, por lo de Brenda, ¿lo recuerdas?- decidí encararlo, pero no me estaba resultando bien, no sentía que él tuviese la culpa por esto exactamente, solamente necesitaba culpar a alguien que no fuese yo misma por la partida de mi novio; o, a estas alturas... ex-novio.
-Claro que lo recuerdo, pero necesito otra, Demi, por favor...-
-Obviamente necesitas otra oportunidad, ahora que te aburriste de tener sexo con Ashley- ya ninguno gritaba, pero la conversación se tornaba cada vez más profunda.
-No, no digas eso...- sus cejas se bajaron, dejando su rostro como uno de los más inocentes, heridos, y tiernos que jamás vi -yo, Demi, yo no...-
-¿Me vas a negar que tuviste sexo con ella?- porque yo lo sabía, aunque nadie nunca me lo hubiese dicho, era una de esas verdades que tan sólo sabes, porque son tan ciertas que las ves en todas partes. Joseph selló y apretó sus labios, haciendo nada, además de confirmar lo que más me dolía -dijiste que me amabas, Joe.
Me sentí agotada, lo miré directo a los ojos, y, en un acto paralelo, nuestras miradas se humedecieron.
-Lo único que querías era sexo- y él seguía sin decir palabra alguna. El silencio concede. Estaba concediendo más de lo que deseaba. -y cuando yo no te pude satisfacer, cuando te dije que no estaba lista, me dejaste, me engañaste, te olvidaste de mí.-
Se movió más rápido de lo que pude pensar, lo que pasó después, fue que lo vi, llorando desconsoladamente, sujetaba mis dos manos en las suyas, y las apoyaba en su pecho, que se inflaba para luego volver a su posición normal, estaba muy agitado. "No", murmuró, en un sollozo apenas audible.
-Suéltame, me das asco- junto con las palabras, se escaparon también unas cuantas lágrimas, que se convirtieron en varias y muchas al paso de segundos. Intenté zafarme de sus fuertes extremidades, aunque, como era de esperarse, no me fue posible.
Soltó mis manos, pero puso las suyas en mis mejillas, que por cierto, estaban ardiendo; lo que, en conjunto con las torturadoras lágrimas, me hacían sentir miserable. Pero tan sólo el tacto, su cuidadoso tacto en mi piel, podían tranquilizarme, a pesar de todo.
-Puedes sentir cualquier cosa por mí- unió nuestras frentes y narices, como solía hacerlo, cuando mi vida estaba en el tope, cuando nada me perturbaba -pero yo te amo. Digas lo que digas, pienses lo que pienses, mi amor por ti es un hecho; es algo tan fuerte, tan fuerte, Demi, que mi estabilidad depende de ti. Todo depende de ti ahora, aunque siempre fue así. Siempre te necesité, ¿lo sabías?- su respiración impregnaba mis labios, tenía los ojos cerrados, y estaba segura de que él también, pero así, estaba todo más claro -cuando llegaste, llenaste esa parte que me faltaba. Y acepto, que soy el idiota más grande de este universo, pero soy un idiota que está perdida y locamente enamorado de ti, y así será, siempre. Y, si tú no sientes lo mismo por mí, bueno, nada cambiará mis sentimientos; porque esto es lo más fuerte que he sentido en mi corta vida.-
Entonces sucedió lo que marcaría el antes y el después.
Podía sentir cómo se acercaba, definitivamente, nada en mí quería evitarlo. Sus labios de a poco iban tocando los míos, hasta quedar unidos, perfectos, por completo. Las lágrimas eran ya un seco recuerdo en nuestros rostros, se separó de mí. "Te amo", dijo, y apenas, porque lo impulsé hacía mí, otra vez; porque lo necesitaba. Siempre fue él. Ahora, que lo tenía de nuevo, todo, mágicamente, volvía a estar en orden, todo en armonía, todo, hasta nosotros dos.
"Te amo", repetimos, ambos, reiteradamente entre los besos. Y los besos, los besos no eran tan sólo besos, eran, hasta el momento, la forma más pura y apasionante para demostrarnos todo lo que estábamos sintiendo. Lo amaba, y él a mí, y lo demás... lo demás no tenía importancia.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Young Love Murderer III

Me quedé en blanco, con mi boca entreabierta y mi rostro helado como un bloque de hielo. Travis estaba en una situación bastante parecida a la mía, dio dos pasos hacia tras y clavó su melancólica mirada en mis pupilas.
-Ehm- se aclaró la garganta de la dubitación -él... él es Joe, ¿verdad?-
Y esa pregunta me hizo sentir mucho más incómoda que antes, ¿cómo podría saber su nombre?.
-¿Cómo lo sabes?- le pregunté, necesitando obtener una respuesta.
-A veces... cuando duermes.- me contestó, y lo comprendí, y sentí lo triste que se sentía; quería correr a abrazarlo pero no era el momento, esto era mi culpa, por utilizarlo para tratar de olvidar a Joe; claramente no lo había logrado, porque pensaba en él hasta en mis sueños.
-Lo siento- dije, la pena llenaba mi cuerpo entero. Travis sólo se bajó de hombros y miró a Joseph.
-¿Puedo hablar contigo?- le preguntó. Él alzó su rostro y se acercaban de a poco.
-Travis, él no es mi novio- susurré cuando iban saliendo del departamento.
-¡Claro que sí!- vociferó Joe, deteniendo su marcha y dándose vuelta.
-¡No!- le grité de vuelta -terminamos hace medio año, ¿qué acaso no lo recuerdas?-
-Nunca terminamos oficialmente, Demi.-
-¿Y creías que seguiríamos juntos después de que me dejaste partir en ese taxi? Y ahora, ¿tanto te demoraste en venir por mí? ¿seis meses, Joseph?- le dije, estaba furiosa, estaba triste y aún no podía dejar de  sentir el deseo de arrojarme en sus brazos y poder tocar, otra vez, nuestros labios.
-Lo intenté tantas veces, pero... por eso vine, ahora. Necesito explicarte todo, déjame hacerlo, por favor- juré que un poco más y se ponía de rodillas. Quería escucharlo, pero tenía que esperar.
Me arroje en el sillón, y evité su mirada, dando la conversación por terminada, luego él y Travis salieron, dejándome sola con esta extraña soledad y con el aire atascado en mi garganta, sin poder inhalar o exhalar, pero me daba lo mismo, mi mente estaba demasiado revuelta y mi corazón muy confundido como para pensar sobre mi respiración irregular.
El ambiente se tornaba más pesado y más torturador a cada segundo que pasaba, decidí ponerme unos shorts y unas zapatillas comunes y corrientes, pero, para mí sorpresa, se veían bien con la sudadera de Travis que ya traía puesta. Me até el cabello en una trenza, tomé mis llaves, mis anteojos de sol y una botella de agua para salir a caminar, a ver si encontraba una solución a todo esto que estaba pasando.
Caminé y caminé por muchas calles, ya estaba por el centro de la ciudad cuando encontré un pequeño parque que serviría como un lugar para acostarme a ver las nubes pasar. Me senté en la grama que crecía en total armonía con su alrededor. Una mariposa revoloteaba a mi lado, y envidié su libertad. Se fue volando y la seguí con la mirada, hasta que se perdió de vista, cuando pasó justo detrás de una pareja que se abrazaba calidamente.
Vi al muchacho y su cabello rizado me causó impresión, se parecía bastante al de él. Tenía una camisa a cuadros parecida, y el bolso, y... lo estaba mirando demasiado. Pero de pronto él también me miraba. Y sí era él, pero ella, ella no era Miley. Sus pequeños ojos cafés se escandalizaron cuando toparon con los míos. De un salto ya estaba parada y haciendo mi camino hacia él. Nick se puso de pie, también, y la rubia chica se quedó sentada sin saber qué estaba pasando. Quedamos a menos de cincuenta centímetros el uno del otro, la palma de mi mano fue directamente a su mejilla, sonando tan fuerte que logró asustarme.
Él tardó en reaccionar, pero cuando consiguió hacerlo, sólo asintió con la cabeza y tomó mi muñeca derecha.
-Prometo explicarte todo esto-
Y ya eran dos personas las que me debían explicaciones, casualidades que se daban en la familia de apellido Jonas.

Esa misma noche, yo y Nick nos sentábamos en mi cama. Primero me abrazó y me dijo lo mucho que me extrañaba. Todavía no tenía ni rastro de Travis, pero lo más probable es que haya ido a casa de su hermana. Mis intenciones no eran molestarlo, lo llamaría en un rato más.
-Bueno, yo vine a algo...- empezó, pero, por alguna razón, quise posponer el momento.
-No, antes, quiero hablarte de Joe.- dije, y mis mejillas ardieron y se ruborizaron como me pasaba cuando tenía diez años.
-¿De Joe?- me respondió él, bastante confundido -¿por qué? ¿qué pasó con Joe?-
Tragué, intenté tranquilizarme un poco para poder decir las cosas bien. Le relaté todo lo ocurrido desde hace un día, era tan poco el tiempo en que lo había vuelto a ver, pero me resultaba tan gratificante tenerlo cerca que mi mente trataba de pensar que nunca se había alejado de mí.
-Wow- dijo cuando finalicé.
-¿"Wow"? ¿es todo lo que dirás?- él me miraba con una media sonrisa formada en su rostro.
-¿Y cuánto tiempo vas a esperar para dejar de torturarlo?- me preguntó con el mismo gesto, y la misma expresión en sus ojos.
-¿A qué te refieres?- Nick siempre conseguía alterarme de algún modo.
-Él te ama, tú lo amas, es lógico, ¿no?- alzó una ceja y movió alternadamente sus manos.
-Él... Nicholas, él no me ama, nunca me amó- y de nuevo sentí mil espinas clavando mi pecho.
Espinas que se convirtieron en mariposas al ver a Joseph apoyado en el umbral de la puerta de mi habitación, con su mirada puesta sólo en mí, arrastraba sus pies.
-Por supuesto que te amé, y te amo, te amo más que a mí mismo, te amo con todas las fuerzas con que se puede amar a una persona, te amo porque sí, te amo porque necesito amarte, porque te necesito, y no quiero perderte-
Estiró una mano, la ofrecía hacia mí. Sin pensarlo la tomé, me ayudó a ponerme de pie, y como antes, me perdí en sus ojos que me elevaban a metros sobre el suelo.


viernes, 11 de noviembre de 2011

Young Love Murderer II

El suave y esponjoso algodón de las sábanas acariciaba la desnuda piel de mis piernas, Travis estaba sobre mí dando pequeños besos en la comisura de mis labios. Mi cuerpo ansiaba el calor del suyo, lo abracé, aferrándome a su tibia piel que estaba cubierta sólo por su ropa interior.
-¿Te sientes mejor, amor?- me preguntó sonriendo de forma adorable.
Asentí para luego besarlo inmediatamente. Hace algunas horas él entró al camarín sólo unos minutos después de mí, me encontró llorando, echa un ovillo en el piso de madera que estaba cubierto de polvo, y congestionaba aún más mi nariz. Me vi forzada a mentirle respecto a mis lágrimas, "extraño a mi familia", dije. Bueno, éso no era mentira...
-Sí- le respondí, totalmente inexpresiva.
-Vamos, regálame una sonrisa-
Le sonreí, "amo tu cuando sonríes", dijo justo antes de besarme otra vez.
Se vistió después de ofrecerse a ir a comprar la comida para hacer un almuerzo. Yo me quedé recostada en la cama viendo televisión. Al cabo de unos cinco minutos tocaron el timbre, miré a mi lado y vi el teléfono celular de mi novio en el velador, "es tan olvidadizo", pensé, lo agarré y sin pensarlo fui a abrir la puerta.
El problema fue que no era mi novio. Apenas abrí la puerta y lo vi parado ahí, deseé haberme quedado acostada por siempre.
Mi pecho se apretó, apenas podía respirar, ¿por qué me seguía causando esto?.
-¿Puedo pasar?- dijo después de notar que yo no hacía nada. Asentí como por reflejo y le abrí camino hacia los sillones de la pequeña sala de mi departamento.
Cerré la puerta tras de mí, él me miró de pies a cabeza, "deberías ponerte...", dijo.
-Sí, lo sé- ya me había dado cuenta de que estaba todavía en mi ropa interior solamente. De algún modo, me dolía que él ya no pudiera verme así. Tomé una sudadera de Travis y me la puse torpemente.
Joe se acercó a mí, trató de tomarme por los brazos pero lo rechacé por completo.
-¿Podemos hablar?- me preguntó, sacudiendo sus manos a los costados de su cuerpo, como necesitando hacer algo.
-Estamos hablando, ¿no?- le respondí, me costaba ser tan fría con él. Deseé poder estar acurrucada en sus brazos, como en los viejos tiempos, era algo imperativo, mi corazón me lo exigía. Pero yo sabía que no podía, o mi orgullo me lo impedía.
-Me refiero a tener una conversación como personas civilizadas, Demi.- me dirigió una mirada de frustración, con la frase atascada en su boca por un tipo de desesperación.
-¿No querrás decir "personas maduras"? Porque si fuera por eso, te quedaría más fácil ir a hablar con Ashley, ¿no?- le reclamé, arrojando cada palabra con más desprecio del necesario.
Se tapó la cara con sus manos y dijo algo que no logré entender. Acto seguido, me miró directo a los ojos y en menos de un segundo sus brazos rodeaban mi cuerpo, me sujetó fuerte, pude sentirlo otra vez. Pude sentir su corazón latiendo con fuerza, el calor que emanaba, y el sentimiento que me transmitía. Con mis dedos me aferré a su polera, rasguñando su piel debajo de ésta.
-Tú también me extrañas- susurró y apoyó su mejilla en mi cabeza. Sí, él no tenía idea de todo lo que lo extrañé en este tiempo; ni siquiera yo me había dado cuenta, hasta ahora.
Levanté mi rostro y toqué con mi nariz su cuello, e inmediatamente un billón de mariposas revolotearon en mi estómago. Apreté fuerte mis párpados, mi corazón me pedía llorar, pero yo no quería.
-Ya me diste una segunda oportunidad, pero lo que de verdad necesito es una tercera...- sollozó, soltándome y tomando ahora mis manos. Lo observé hasta el momento en que advertí lo cerca que estábamos el uno del otro, como antes. Tal vez hayamos cambiado personalmente, pero entre los dos, nunca consiguió romperse ese lazo que nos unía, ése lazo que era mucho más importante que cualquier cosa.
Negué rápido con la cabeza, Joe se me quedó mirando sorprendido.
-¿Ya no sientes nada por mí?- su voz sonaba dolida, sus ojos lo reflejaban, también.
-Siento todo lo de antes y mucho más- le dije, sin pelos en la lengua, era hora de ser sincera con él, pero sobre todo, conmigo misma, este auto-engaño no daba para más -no sabes cómo deseo estar contigo cada noche cuando me acuesto, no sabes cómo extraño tu barba raspando mi rostro; no tienes idea de cómo extraño los besos que me dabas...- tomé una gran bocanada de aire para luego exhalar todo -extraño que me digas cuánto me necesitas.-
-Entonces, Demi, ¿por qué no puedes darme otra oportunidad?- me suplicó, hablando más fuerte que antes -yo aún te amo, cada día te amo y te extraño más y sinceramente no puedo seguir viviendo así...-
-No es tan fácil, me hiciste mucho daño, Joseph-
Él miraba por encima de mi hombro, sentí el ruido de la puerta atascándose contra el marco, Travis entraba con una sonrisa en el rostro, con la respiración agitada, fue hacia mí y besó mis labios con fuerza.
-Se me olvidó mi celular- rió. Él siempre estaba riendo o haciendo bromas, quizá fuera por eso que nos llevábamos tan bien. Pero la verdad era sólo eso, yo lo quería más como un amigo que como un amante.
-Hola, ¿quién eres?- dijo dirigiéndose a Joe con inocencia y con la misma alegría que traía desde que entró al departamento. Miré a Joseph y vi como secaba rápidamente una lágrima solitaria que iba cayendo por su mandíbula.
-Soy su novio- respondió Joe... y fue el momento más incómodo del mundo.