sábado, 27 de agosto de 2011

Enchanted ~ 19.

-¡DESPIERTAAAAA!- gritó Miley a un milímetro de mi oído. Me estremecí entera, al parecer me vi bastante graciosa, por la energía con que reía.
Era muy difícil hacerme enojar, pero con mi sueño nadie se metía. Fruncí el ceño, e hice una mueca con mi boca.  Le tiré un cojín en pleno rostro y volví a cobijarme entre las sábanas, abrazando a mi osito de peluche con el que siempre dormía.
-Lo siento- dijo con una huella de risa en su tono de voz. Me abrazó por encima de las frazadas. Y empezó a hacerme cosquillas. Esto era lo malo de que me conociera tan bien.
Traté de aguantarme y no sentir el cosquilleo, pero era inevitable. Reí frenéticamente, y ella conmigo. Me movía como endemoniada sobre la cama, y pegué una patada casual en el estómago de Miley.
-¡Oh! Lo siento- dije sentándome para ver si estaba bien. Pero ambas seguíamos riendo, claro, como si eso nos fuera muy dificultoso.
-¿Lista para hoy?- sonrió.
-¿Por qué? ¿Qué pasa hoy?- respondí sentándome.
-No, lo siento, es mañana- siguió entusiasmada. Aún no sabía a lo que se refería -El cumpleaños de Denise- dijo en un tono de interrogación.
-Claro- terminé indiferente. No quería explicarle que a mí aún no me decían nada, ni siquiera estaba invitada. Pero eso no cambiaba nada.
Ahora empezaba a entender, ¿por qué Joe no me dijo nada?. No me había llamado en los últimos días, luego de que fuimos a pasar un día con mi padre. Seguramente pensó que le mentí sobre él. Pero nunca lo hice, sólo me guardé la verdad por un tiempo.
Lo único que entraba en mi mente, era que me estaba evitando. No me extrañaría. Las palabras de Trace se me quedaron pegadas en la mente, nadie querría estar conmigo. No, ni siquiera él. Después de todo lo que pasamos, ahora me odiaba, y no entendía por qué. Cuando tuve mi romance con él, me sentía grande, fue la manera con que me aseguré de que ya me había convertido en una adolescente de verdad. ¿Y ahora?, esos buenos recuerdos se dilataban por su repentino matonaje hacia mí.

Justamente quién nos recibió fue Joseph. Cómo Miley iba delante, la saludó con un abrazo. Esperó a que entrara, y me miró directamente a los ojos. Dios, no podía estar enojada con él. Esos ojos que tenía, podrían convencer a cualquiera de tirarse desde el monte Everest. Y su sonrisa. Sabía que si lo seguía mirando mi mente quedaría en el absoluto vacío, dirigí mi mirada hacia sus pies. Eran las mismas zapatillas que tenía el día en que nos conocimos.
-Hola- dijo con su mano en el marco de la puerta, y acercándose con una seducción de la que él no se daba cuenta -¿Cómo has estado, hermosa?- intentó darme un beso, pero no me moví, y terminó besando mi frente. -Bien- suspiró. Seguramente sí estaba tratando de evitarme, o sino, estoy segura de que me hubiera preguntado cuál era el problema.
Intenté sentarme junto a él en la merienda, eligió el lugar frente a mí. Nick se quedó a mi lado. Estuvimos riendo todo ese rato, mientras su hermano conversaba con Miley.
Al final, Nick y Miles fueron al jardín a estar solos... y yo me quedé con Joe. ¿Por qué me sentía incómoda? ¿Sería porque sentía también su incomodidad?
-Demi- dijo en su desolado puesto en el comedor, la escena era triste. Una mesa enorme, y los dos sentados al medio, uno frente a otro. Yo sólo jugaba con mi comida.
Se escuchó un ruido algo mecánico y él miró su celular, dudó un segundo, cortó la llamada y guardó el aparato en su bolsillo. Se veía abrumado, cansado.
Ya no podía seguir más con esto de mi falso enojo, que más bien era tristeza. En algún momento caería ante sus encantos, pero ahora debía estar con él, algo le pasaba.
Me puse de pie y me senté en la silla que estaba a su costado.
-No sé cómo no te caes con esos tacones- dijo tratando de parecer divertido. Sonreí.
-¿Podrías decirme qué te pasa?- traté de no ofenderlo, puse uno de mis tonos de voz más dulces.
-Nada, Demi. Estoy bien. -fingió- no me pasa nada.- Se levantó y fue al baño.
¿Qué podía hacer?. No quería insistir más, ¿todo se estaba derribando tan rápido? ¿Era esto lo que "siempre hacía Joe", a lo que se referían todos?. Algo me decía que no. Pero estaba segura de que algo no andaba bien. ¿Era mi culpa?, sí. El problema era descubrir qué había hecho que lo molestó tanto.
¿Por qué nada me salía bien?. Cuando le gustaba a algún chico, solía salir corriendo. Pero, cuando a mí me interesaba alguien, me quedaba hasta echarlo a perder. Sí, había sucedido varias veces.
Mi primer noviazgo oficial iba tan bien que empecé a ser caprichosa como nunca antes en mi vida, Cameron me llamó una "niñita consentida" cuando terminamos. Era obvio que se aburriría de mí, con unos cuantos años más que yo.
Pero antes de él, había estado Trace. Pensé que todavía teníamos un lazo que nos unía, pero se rompió al llegar acá.
Y ahora, Joe. Nuestra relación consistía en coqueteos y besitos a escondidas. ¿Me estaba usando?. Aunque  no quería ser tan dramática, ya que todos se alejaban de mí por esa razón.

Fui hasta su habitación y me recosté en el sillón azul. Quería un lugar para estar sola, sería muy descortés irme, por lo que se me ocurrió este lugar. Sí, la pieza de Joseph. Me tapé con una frazada que estaba ahí mismo, no sé por qué del calor que había. Mi mente se retorcía entera, pensando en todo en lo que alguna vez me equivoqué., y tratando de averiguar cuál había sido mi error esta vez. ¿Por qué después de terminar con alguna persona sólo recuerdas los malos momentos, si cuando estás con ellos todo lo que ves es un mundo color de rosa?, el amor es como un gran sueño, en el que tratas de correr lo más rápido, hasta caer en  un precipicio, entonces despiertas. Y despiertas solo.
Pero yo no tengo una relación clara con Joe, ni siquiera podemos terminar, y no tengo recuerdos malos junto a él, me quedé en blanco hasta quedarme dormida.

Sentí una presencia cerca mío, una respiración resonante entre el sepulcral silencio. Estaba totalmente despierta, pero mantuve mis ojos cerrados. Una mano acariciaba mi cabello y las facciones de mi cara, rozaba tan suavemente mi piel, que lo sentía como una pluma. Sus labios dejaron un beso en mi mejilla, conocía estos labios.
Abrí mis ojos lentamente, "Joe" susurré. Él se sobresaltó y se alejó rápidamente de mí.
-Lo siento- dijo sentado en el suelo.
-¿Me vas a decir que es lo que te pasa?- reclamé sentándome.
Cerró sus ojos por un buen rato, como en forma de frustración.
-¡No!- exclamó finalmente, abriendo sus ojos otra vez. -Porque no me pasa nada- dijo con voz cansada. Me levanté para arrojarme sobre él, quedamos los dos en el suelo, el abajo de mí. Lo abracé, y el amarró mi cintura con sus brazos.
Nos acercamos tanto que mi nariz chocaba en su mejilla, y nuestros labios estaban a centímetros de distancia.
-Sólo por curiosidad, ¿es que te encanta volverme loco?- dijo, dudé que fuese en broma.
No dije nada, el silencio y la oscuridad de la medianoche se encargaron de hablar por mí, aunque intenté de decir algo, se suprimió en un segundo. Era él el que me tenía vuelta loca, sacó sus manos de mi cintura, para poner una de ellas en mi rostro, se movió hacia el lado, causando mi propio cambio de posición, también.
Su boca buscó la mía, y la mía también la de él. Hasta que se encontraron, hasta que nos encontramos. Su aliento estaba frío, al igual que su cuerpo. Fue lo único que logré memorizar en ese momento, además de todo lo que sentí. De nuevo, mi mente quedaba en blanco, me pasaba tan a menudo, temía que me estuviese convirtiendo en una estúpida.
Pero con Joseph, me sentía tan bien, todos los pensamientos y preocupaciones que tenía respecto a él desaparecían. Y sólo quedábamos los dos, me pregunto si él se sentía igual.

Sentimos pasos en el pasillo, estaba amaneciendo. No, ya había amanecido. Nos habíamos pasado toda la noche jugando videojuegos. Joe puso el juego en pausa y nos quedamos quietos y en silencio. La persona se había dirigido al baño, nos miramos y tratamos de aguantarnos esa risa que proviene de repente, de la nada.
-Es muy tardé- dije en voz baja, riendo.
-No, es muy temprano- contestó Joseph imitando mis gestos faciales.
Por decirlo de una forma, estallé de la risa. No tenía nada de sueño, y al parecer él tampoco.
-¿Quieres algo de comer?- sonrió.
-La verdad es que no- dije mirando las dos cajas vacías de pizza que había en el suelo. Esa noche había sido espectacular, y lo seguía siendo. Ambos reímos todavía más. -Pero, si quieres, podemos ir a comprar algo liviano para el estómago- sonreí.
-Sí- me respondió con sus hermosos ojos posados en los míos.
Fuimos a comprar unos cuántos panecillos y dulces y nos quedamos todo el día en pijama. No sé por qué estábamos en pijamas, si apenas nos los pusimos nos levantamos a jugar. Bueno, mi pijama era una polera de él y sus bóxers. La cosa es que nos quedamos todo el día así, en su habitación, sólo nosotros dos, disfrutando el uno del otro.



sábado, 20 de agosto de 2011

Enchanted ~ 18.

¡Hola, de nuevo, chicas! :D de nuevo, quiero agradecerles, porque aunque son pocas, sé que por lo menos leen y esperan mi novela jaja de verdad les agradezco muuucho. Les quería pedir que por favor me dejen sus twitter en un comentario, osino al mío @wakeupandi, avisándome de que leen mi novela. Porque creé una lista, para ponerlas a todas, y así será más fácil avisarles cuando suba capítulo, porque igual me queda para rato acá, escribiendo :3. ¿Pueden promocionarme, por favor? jaja es que igual es difícil, por el hecho de que la novela es JEMI. No a todos les gusta la pareja, entonces... no sé, igual apreciaría si me ayudan a correr la voz por ahí. Eso, ojalá lean esto :| jaja aquí les dejo capítulo, las adoro c:

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-¿De verdad?- me observó con confusión.
-Sí. Demi, cómo no conocerlo- dije casi ofendiéndola, me apresuré a acercarme al hombre a su lado, y le agité la mano enérgicamente, él reía. -Pero, ¿por qué estamos acá?- continué dirigiéndome de nuevo a... mi chica.
-Joe, él es mi padre- sonrió.
-Creí que tu papá...- dije apenas de lo shockeado que estaba.
-Sí. Pero él- dijo colocándose al lado del sujeto y abrazándolo por la espalda -es mi padre de verdad, mi padre biológico- sonrió de esa forma que me encanta. -Te presento a Patrick Lovato-.
-¡¿Es tu padre?!- exclamé con más ganas de las necesarias.
-Sí- contestó él con una voz extrañamente ronca -Pero al parecer ya me conocías- rió otra vez. Al parecer Demi había heredado esa particular característica de su progenitor. De todos modos, se lo agradecía.
-Por supuesto. Cualquier persona con aspiraciones musicales lo conoce. Por cierto, mi nombre es Joe Jonas. Es un placer conocerlo- respondí hiperventilado.
-Lo mismo digo. Sí, Joe, creo que te he visto cerca de aquí, ¿vives cerca?- me dijo.
No podía creer que uno de los mejores productores musicales me reconociera, y había dicho mi nombre. Jamás imaginé conocerlo, sólo cuando imaginaba y soñaba con ser un músico exitoso. Y ahora resultaba que era el padre de la chica de mis sueños. Pero a lo mejor, estaba dentro de uno. No,  esto sólo era demasiado bueno, pero nada indicaba que no fuera cierto. Tal vez estaba en coma hace meses y soñaba con conocer a la chica perfecta, y a su padre, uno de los mayores nombres de la música.
"No, no seas idiota" me dije a mí mismo. Pero, definitivamente, esto era excelente.
-De hecho, sí, señor- sonreí como un niño en el día de su cumpleaños.
-Dime Patrick- contestó asintiendo con la cabeza.
-Está bien... Patrick- reí como un verdadero imbécil. Pero por lo menos él y su hija sonrieron.


-No puedo creer que él sea tu padre- apreté aún más su mano. 
-Pues tendrás que creerlo, porque vienes diciendo eso hace más de una hora- rió, supongo que estaba un poco cansada de mis preguntas sobre su papá. Pero para mí, era emocionante.
Entramos a mi casa, mis padres, Nick, y Frankie ya estaban sentados a la mesa. "Llegas tarde", apuntó mi hermanito.
-Lo siento- les sonreí, aún con la mano de Demi en mi izquierda.
-Debes ser más comprometido con tu familia, hijo- agregó mi padre bruscamente.
-Señor, fue mi culpa, no de Joe- respondió ella dulcemente, aferrándose ahora a mi antebrazo.
-¡A que no adivinas a quién conocí!- seguí ignorando a papá. Solo podía terminar el tema cambiando a otro. Él inclinó su cabeza, como diciendo "sigue". Miré a mi lado para comprobar si Demi estaba de acuerdo con que dijera esto. Supe que sí.
-Patrick Lovato- puse una sonrisa que ocupaba mi rostro entero. Predije lo que iba a preguntar, y respondí antes de que algún sonido saliera de su boca -Es el padre de Demi- sonreí aún más.
-¿De verdad?- cambió completamente su rostro y actitud y le dio un rápido vistazo a Nick -Podríamos hablar con él, para que ayude a tu hermano- se refería a Nick.
-Papá... yo también tengo ese sueño- cuestioné. ¿Por qué siempre me dejaba de lado?
-Pero, Joseph, tienes que entender que Nicholas siempre ha soñado con ser un músico reconocido, ¿no quieres apoyarlo? Es tu hermano- dijo en su tono grave de voz.
-¡Lo sé! Y si no te has dado cuenta yo también.- levantó su dedo índice y estaba a punto de hablar de nuevo, para reprocharme, seguro -Aunque no creo que te interese. Vamos, ve a hacer los sueños de Nicky realidad- lo interrumpí, y subí a mi habitación dando grandes y sonoras zancadas.
Literalmente me arrojé a la cama. De estómago, puse mis manos bajo una almohada, y apoyé mi cabeza en esta misma. No tenía ganas de llorar, me quedé observando algún punto en el espacio, recordando. Recordando cuando venía a sollozar en silencio porque mi padre me culpaba de las travesuras que hacía con mis hermanos. Bueno, de la mayoría de ellas fui el iniciador. Pero cuando no era yo... seguía siendo el castigado, de todas formas. Nick siempre ha sido su favorito, todos lo sabemos. ¿Por qué? Ni idea. Tal vez porque sus genios son parecidos. Al parecer les molesta mi forma tan explosiva de hacer todo. La cosa es que, siempre me he sentido excluido por mi propio padre.
Sentí unos crujidos de mi puerta mal disimulados. "Ya te escuché", bufé, con mis labios tan cerca de la tela del cojín, que sentí mi cara deformarse mientras articulaba las palabras.
Vi a Demi ponerse en cuclillas al costado de la cama, del lado dónde estaba yo. Posó sus manos en la orilla. "Lindo, no estés así", me dijo, sus dedos recorrían mi antebrazo y manos, acariciaba mis dedos; esos simples gestos que hacía, me tenían de cabeza. Nos miramos a los ojos bastante rato, sonriéndonos el uno al otro.
-¿Te das cuenta de lo mucho que le importo a mi papá?- comenté, sarcástico. Me senté y apoyé mis pies en el suelo, tomé la mano de Demi, haciendo que se pusiera de pie. Luego se sentó delicadamente sobre mis piernas, puse mi mano alrededor de su cintura, y ella me abrazó el cuello con su brazo izquierdo, su otra mano jugaba con la mía.
-Joe, tu padre te ama- me observó. Yo, me encogí de hombros, y ella soltó un suspiro -Bueno. -hizo una pausa -¿Mañana me quieres acompañar a almorzar con mi padre?-. 
Alcé mi cabeza en una milésima de segundo, con ojos esperanzadores.
-¿Sólo yo?- bromeé.
-Sí, sólo tú- respondió, con su cara más cerca de la mía, dejando sus labios estirados y su nariz arrugada. Hice un movimiento rápido, me levanté un poco y la besé brevemente, tocándola apenas. Me separé pero aún quedando tan cerca que nuestras respiraciones chocaban, y, otra vez, nos dedicamos de esas sonrisas especiales. Ella lanzó una pequeña carcajada. Yo, me alegré aún más.
-¿Le agradé a tu padre?- pregunté, ella rió con hermosa inocencia.



sábado, 13 de agosto de 2011

Enchanted ~ 17.

Estacioné mi auto, y fui a la puerta, ansioso. Toqué con mis nudillos, pasando por alto que había timbre. De todas maneras abrieron. Era el mismo idiota de siempre, ¿acaso siempre me esperaba para recibirme? no. Pero esta vez estaba diferente, abrió mirando el piso, desalentado, pero al verme su cara se transformó completamente. ¿Miedo?, no creo. Pero definitivamente estaba extraño. "Pasa" dijo de inmediato. No quise preocuparme por él, no tenía por qué. Lo ignoré por completo y subí.
Decidí ir a la habitación de Miley primero, pero no había nadie.  Por lo que me encaminé a la de Demi, mi paso se aceleraba junto con mi ritmo cardíaco. La puerta estaba cerrada, por lo que toqué, la única respuesta que recibí fue un "no", en otra situación lo hubiese aceptado, pero este "no" era algo desgarrado, estaba llorando. Forcé la puerta, y sin mucha dificultad logré abrirla.
Estaba encogida en el piso, estaba acurrucada, abrazándose a sí misma. Y sus lágrimas caían descontroladamente. No supe que hacer, pero mi instinto sirvió de algo y me hizo ir directo hacia dónde estaba ella, la abracé. Nadie podría saber cómo me sentí en ese momento, no podía verla así, su sonrisa era algo que me hacía completamente feliz, me llenaba, pero ahora, no quedaba ni una pizca de esa felicidad. Verla así, me atemorizó un poco. Lo único que se me ocurrió, entonces, fue preguntarle si Trace la había dejado así, lo que sólo sirvió para comprobar lo que me preguntaba, y transformar mi tristeza en furia. Apenas, me lo cruce, es hombre muerto, él también debía saberlo.
Luego, me di cuenta, por eso este imbécil no me insultó, ¿cómo no lo noté antes?. Un momento después, él había llegado como por arte de magia hasta dónde estábamos. Perfecto.
No sé cómo, pero de un momento a otro estaba de pie frente a él, me llevaba una diferencia respecto a  la altura bastante patética, pero me sentía enorme, mi cuerpo ardía por dentro, sentía un fuego intenso en mis brazos y en mis mejillas. Me acercaba a él cada vez más, desafiante. 
Puso sus manos en mi pecho empujándome hacia atrás, ahora sí, no lo perdonaba. Apreté mis puños en cuestión de segundos y me fui con todas mis fuerzas contra su sien izquierda, como es hueso, el golpe sonó hueco y crudo, de alguna forma, logré sentir una satisfacción tremenda. Aunque no debió de haberse visto tan lindo con él en el suelo, las manos en su cara, y yo mirándolo desde arriba con una sonrisa orgullosa y altanera.
-¡Joe!- exclamó Demi poniéndose adelante mío, tocando mi estómago.
-No, Demi, no voy a permitir que esto se quede así- le respondí, exaltado.
-Bien, yo tampoco- estaba seria, pero sus ojos seguían rojos de todo lo que había llorado, definitivamente, no dejaría que esto quedara sólo hasta aquí, debía darle su merecido a este imbécil. -Pero no puedo permitir- siguió -que no respetes la casa de Billy. Aquí no, Joe.- dijo.
-¡Pero Demi!- ella me lo pidió, no seguiría, pero no dejaría de intentarlo.
-Pero nada, ven- en vez de tomar mi mano como siempre lo hace, tomó mi muñeca, y caminó a paso rápido hasta el primer piso, ignorando completamente a Trace, lo que, por un lado, me alegró.
Seguía con mis manos cobijadas en las suyas, se dio media vuelta apoyándose en la pared, sin soltarme.
-Gracias- sonrió de la forma más tierna que jamás había visto, luego, dio un beso en mi mejilla, muy cerca de mis labios, pero sin tocarlos. -Creo que sería mejor idea, ir a caminar- dijo sonriendo de nuevo, pero tímidamente, yo estaba embobado mirándola. Dios, era tan perfecta, la quería demasiado.
-Sí- contesté.
Fuimos a una pequeña cafetería que estaba por ahí cerca. Pedimos café helados, y fuimos a sentarnos a las mesitas de afuera. El día  se volvía cada vez más caluroso y esplendoroso, además, el rastro de sus lágrimas se estaba borrando, y de a poco, volvía su sonrisa.
-Hasta que decidiste ir a verme- dijo exhibiendo una sonrisa de oreja a oreja.
-Demi, sabes que tenemos que hablar- le respondí, serio. Ella desvaneció su sonrisa, haciéndome notar de que su alegría de hace un segundo no era nada real.
Tenía que hacer esto, pero quería esa chispa en sus ojos de nuevo, quería de vuelta esos momentos en que ninguno de los dos podía dejar de sonreír. Pero, tenía que hacer esto.
-Demi, ¿por qué...?-
No, no puede ser. Justo tras ella, se alzaba una persona sonriente, bastante conocida, sí, porque la conocía. Se acercó a mí, mientras chillaba mi nombre, me abrazó, yo traté de hacer lo mismo. Me sentía verdaderamente incómodo. Aún no aclaraba las cosas con Brenda, se me había olvidado completamente. Ahora esperaba que ella no comente algo, que para mí, ya quedó en el pasado. 
Observé a Demi de reojo, pero ella estaba jugando con su café, revolviendo el contenido del vaso una y otra vez, y su otra mano, sujetaba su rostro.
"¿Cómo estás?" me preguntó, entusiasta, sonriente.
-Sabes, Brenda, estoy...- observé a la hermosa chica de piel blanca y pelo negro que se sentaba al otro lado de la mesa -algo ocupado, ¿entiendes?.- Sonreí, tampoco quería ser grosero con ella.
-Oh, claro- dijo sin dejar de mostrar sus blancos dientes. -Nos vemos algún otro día- ahora, se dirigía a Demi, lo que me hizo sentir menos incómodo que antes. Un minuto después, se fue.
-¿Qué es lo que quieres saber primero?- preguntó decidida. Hice un gesto de negación con mi cabeza, confundido.
-No. No lo sé- balbuceé.
-Quieres saber por qué vine aquí, ¿no es cierto?- sonrío algo avergonzada. Yo sólo logré asentir con mi cara de idiota como acompañamiento.
Tomó un poco de aire. Miró hacia arriba, supuse que tratando de controlar sus lágrimas una vez más. "Bien", dijo al fin.
-Mi hermana...- prosiguió, rascándose la nariz -Maddie, mi hermanita. -Entre todas sus pausas, creo que mejor sería no describir cada una de ellas- El año pasado, le descubrieron la peor enfermedad que un niño puede tener. Por cierto, Maddie es hija de mi madre y mi padrastro, pero eso no importa para mí, yo la amo. La cosa es que, mi hermanita tiene leucemia. No sabes cómo nos afectó, a cada uno de nosotros, pero sin duda, mi madre es la que más lo ha demostrado. Para hacer la historia más corta... un montón de cosas sucedieron después de eso. Mi hermana mayor, Dallas, empezó a estar cada vez más irritable, gritaba, golpeaba todo, y a todos, si es que podía. 6 semanas antes de venirme, le descubrieron esquizofrenia. Esa enfermedad se hace visible a los 20 años, más o menos, por lo que ella... con todo lo que estaba pasando, estaba en la edad. Maddison está estable, creo. Mi padrastro se la llevó a Nevada a tratarse, donde está el resto de su familia. 
Pero, aunque no lo creas, las cosas empeoraron aún más. El problema de Dallas iba en picada. Joseph, ninguna de mis hermanas estaba bien -me miró, con ojos que gritaban ayuda, busqué sus manos, y conforme se las acariciaba, ella se tranquilizaba de a poco- ninguna está bien. 
El tiempo de mi madre era todo en base a Dallas. ¿Yo?, para lo único que soy buena es para llorar, y para estar sola. Lloraba en la cena, cuando iba a dormir, cuando escuchaba música. Hasta que mi madre se cansó. -Las lágrimas empezaban a salir de sus ojos, y yo, sabía que no podía hacer nada para evitarlo- Estaba tan destruida. Joe, la verdad es, que mi madre ya no quería vivir conmigo, me dijo, que no quería verme más. -Deseaba poder decirle "tranquila, si quieres terminemos este tema", pero, seguirlo después, sería peor.- Por eso estoy aquí, porque sólo logré empeorar los problemas de mi familia, Trace me culpó por ello... y tiene razón.-
Su voz, se quebró por completo. Sus mejillas volvían a tener esa capa de lágrimas. "Espérame", dije. Me acerqué a la caja, pasé un billete de 20 dólares, y volví a buscarla.
-Ven- tuve que sujetarla de la cintura para que se levantara. La abracé, la pegué a mí, quería protegerla, necesitaba hacerlo, debía hacerlo. 
Nos dirigimos a la misma plaza en que estuvimos varios días atrás, nos sentamos en una banca, y la dejé llorar. La dejé llorar todo lo que quiso, yo sólo acariciaba su espalda, su cabeza, su cara, y sentía su cuerpo refugiado en el mío. Y si Trace sabía su historia, ¿por qué la trataba así? ¿Por qué alguien le haría una cosa así?. Demi era un ángel, no podía visualizarla haciéndole daño a alguien, tal vez ése fue el problema.
Me pidió que la acompañara, no quiso decirme dónde, pero lo hice. Fuimos en mi auto, a unas dos o tres cuadras de mi casa. Hasta fuera de dónde, hasta hace poco, había una construcción. Ahora, se dejaba notar una casa enorme. Probablemente, la mayor y más linda de los alrededores, nos bajamos. Y ella tocó el timbre. Una voz de mujer preguntó por el micrófono "¿Su nombre, por favor?". 
-Demi Lovato- dijo sonriente. Por cierto, después de una media hora de verla llorar, estuve otra media hora tratando de hacerla reír otra vez, y lo logré, podía sentirme orgulloso de esa habilidad.
Un sonido metálico llenó el ambiente, ella empujó la entrada del portón y dio un paso al frente. Me dijo que la siguiera, y otra vez, lo hice.
El jardín era enorme, desde afuera sólo se veía el sendero que conducía hacia la entrada, por lo que me sorprendí bastante. La puerta estaba abierta, entramos.
El lugar estaba iluminado por la luz del sol, las paredes eran de madera, otras, con un tapiz digno de la realeza. El piso era barnizado, con unas alfombras gigantes. Había una especie de recepción, dónde estaba, lo que supuse que era, la secretaria. "Buenos días", dijo la dama rubia, a lo que Demi respondió con las mismas palabras y gentileza, nos fuimos por el pasillo a continuación, era algo estrecho, y cada lados de las paredes, uno junto a otro, habían discos. Discos de oro, de platino, portadas de álbumes, de distintas bandas y cantantes legendarios que he admirado toda mi vida.
El pasillo si dividía en dos, pero nos fuimos hacia la derecha. La puerta era común y corriente, pero siguiendo el estilo del resto del inmueble. La oficina era gigante, estaba dividida, en oficina, y estudio de grabación. Atrás de un escritorio, había un hombre robusto, alto, con barba.
-Al fin llegaste- dijo. Se levantó en cuestión de segundos y se dirigió a Demi, se abrazaron por bastante rato, luego, ella se dio vuelta, quedando su mirada otra vez conectada con la mía. 
-Joe, él es...-
-Lo conozco- dije, como si hubiese esperado este momento toda mi vida.



domingo, 7 de agosto de 2011

Enchanted ~ 16.

Estábamos todos sentados a la mesa, Trace justo frente a mí. Últimamente no me dirigía la palabra, ni siquiera me miraba. Era pleno verano, la habitación era fresca, era un almuerzo agradable. Era.
-Papá, el martes es el cumpleaños de Denisse- dijo Miley sonriendo.
-¿Y?- dijo Billy devolviéndole el gesto.
-¿Quieres ir con nosotros? Estamos todos invitados-
-¿De verdad?- dije, con sorpresa, aún no me decían nada, tal vez Miley lo dijo para que no me sienta mal.
-Sí, ¿Joe no te dijo?- me miró extrañada.
-Oh, ¿tu novio no te lo dijo?. Quizá no te quiere ahí- escuché a Trace, lo miré, y sus ojos estaban llenos de burla y maldad. Sonreía satisfecho. Le di una mirada de repulsión, bastante notoria. -¿Quién querría tenerte cerca?- añadió.
-¿Qué te pasa?- gruñí.
-¿Te enojaste, pequeña?- cambió su mirada totalmente, me miraba con dulzura, pero era tan fingida, que me molestó aún más. De a poco subió de nivel, y me vio con la misma perversión de aquel día.
Estaba segura de que me había puesto roja como un tomate, y no necesariamente por sentir vergüenza.
Apreté mis puños fuertemente, así como mis labios, mordiéndome por dentro, pero me detuve al instante al sentir sabor a sangre en mi lengua.
-Asqueroso- dije empujando la mesa con mis manos, bueno, todo lo que logré fue moverme a mí misma hacia atrás.
-Tú eres la asquerosa, Demetria.- Contestó sin vacilar, ni un segundo. -Todos te tienen asco, ni tu propia familia te quiere cerca.-
-¡TRACE!- gritó Billy poniéndose de pie, y cómo siempre, las lágrimas ya salían de mis ojos con tanta fuerza como unas cataratas.
-Es cierto, no te mientas a ti mismo. No le mientas a mi hermana. Demi arruina todo, siempre.- contestó él, alzándose en toda su completa altura. -Arruinó a su propia familia, ahora lo hará con nosotros.-
-Trace, ya basta- chilló Miley, mientras su voz se quebraba.
-¡NO!- gritó, aterrándome. -¿Por qué no se va con el estúpido de su novio, ese tal Joseph?. Son iguales, no hacen nada bueno- se convirtió en la rabia hecha persona. Era el odio mismo.
¿Yo? Ya estaba llorando sin consuelo, todavía en la silla, acurrucándome en mis brazos, columpiándome, adelante, atrás, adelante, atrás. Un millón de imágenes se me vinieron a la mente. Mi familia, mi madre, mis hermanas. Llanto, sangre, gritos, golpes. Se me mezcló con el escándalo que estaba sucediendo ese momento, Billy y Trace se gritaban el uno al otro cada vez más alto. Miley les pedía que pararan, mientras me miraba, llorando sin control, podía sentir su sufrimiento casi tan fuerte como el mío.
Ahora sentía miedo, el mismo que sentí mi última semana en Texas. No podía diferenciar mi alrededor, a lo que estaba en mi mente, mis oídos estallaban al mismo tiempo que lo hacía mi cuerpo. Grité a más no poder, tapándome los oídos, para luego correr a mi habitación como la cobarde que soy, mientras Trace seguía insultándome como podía. Su voz, por desgracia, era lo único que escuchaba claramente. "Estúpida", "Inútil", "Perra", "Enferma".
Me encerré, quería llorar sola, necesitaba sufrir sola, como siempre. Busqué hasta el fondo de mi maleta, abrí el bolsillo que esperaba no abrir nunca. Al tomar el pequeño artefacto, con toda mi torpeza, corté mis dedos. Pero era mejor. Mis lágrimas actuaban como fuego en mi piel, todo mi ser ardía, mi corazón se caía a pedazos. Me odiaba. Me detestaba por ser tan débil. Odiaba todo de mí, mis pensamientos, mi actitud, mi cuerpo, todo lo que pasaba en mi vida.
Acerqué el filo a mi antebrazo, vi mis cicatrices, para abrirlas de nuevo. Pero no pude. Todos alguna vez me dijeron, que sólo conseguía sentirme peor, y herir a las personas que quiero. Las personas que quiero. Nicholas. Él me defendió, no podía pagarle haciéndome daño, haciendo exacto lo que él quiso evitar. Las personas que quiero. Miley. No quería verla llorar de nuevo, ella es mi mejor amiga, ella es mi hermanita. Las personas que quiero. Billy. ¿De verdad ensuciaría su casa con mi sangre? Él me acogió para protegerme, me sentí segura, no quería destruirlo. Las personas que quiero. Joseph. Joseph... no, sencillamente no podía hacerle esto, no quería perderlo, si hiciera esto, cualquier persona sentiría asco de mí. No, no quería perder al chico que me ha hecho sentir feliz cada momento que estoy con él.
Aunque salía sangre de mis dedos, me sentí satisfecha al saber que era accidental.
Pero la pena seguía dentro, acumulada. Lloraba sin límite alguno, pero el nudo en la garganta no se iba, y con cada intento de sacarlo, un gemido de dolor salía de mis labios. No podía ver a través de la cortina de lágrimas que se formó en mis ojos. Me senté en la acolchada alfombra, rendida, avergonzada. Escondí mi cara entre mis palmas. Mi rostro ardía, sentí la sangre de mis dedos pegándose a mis mejillas, a mi frente.
Sentí un golpe. Golpeaban la puerta. "No", sollocé apenas. Forzaban el pomo, sentí algo quebrándose y vi la puerta abierta. Se alzaba bajo el marco la silueta que menos quería que me viera así. Me sentí aún peor, lloré aún más, ya daba lo mismo que me viera. Fue corriendo hacia mí, me abrazó fuertemente. Moví mis manos desde mi rostro hasta su polera, para tomarla, acercándolo, y ahora mi frente se pegaba a su cuello.
-No llores- mencionó suplicante. Podía sentir su voz herida.
-Joe- dije apenas, llevaba llorando más de diez minutos, y aún no podía controlarlo, seguía empeorando. Acarició mi espalda y mis costillas.
-¿Trace te hizo esto?- dijo, un poco más calmado. Sólo asentí, sin mirarlo, pero de manera que él pudiese entenderlo. Besó mi cabeza, supongo que tratando de tranquilizarme, y lo logró.
Sentí pasos fuera de mi habitación, otros ojos observando la escena. Miré, esperando a que Joseph no volteara, pero lo hizo. Pude saber la rabia que sintió al verlo, porque sus manos apretaban mi cuerpo con una fuerza brutal. Le hice saber que me estaba haciendo daño a través de un grito patético camuflado con mi llanto. Él me soltó bruscamente, y se puso de pie, y caminó hacia el intruso fuera de mi pieza, que nos observaba expectante. "Oh, no" pensé, cuando Joseph se impuso frente a él.

viernes, 5 de agosto de 2011

Enchanted ~ 15.

¡Lectoras! (si es que me queda alguna). Perdón por demorarme tanto en subir el capítulo, pero no se me ocurría nada para hacerlo interesante :( ahora saben un poco de qué pasaba con los Jonas... antes. Já, bueno, si les gusta mi novela, díganmelo, si quieren algo especial, pueden pedirlo y yo puedo adaptarlo para agregarlo a la historia, y si creen que a alguien le va a gustar la historia que estoy haciendo, no me molestaría que me recomienden :3 jajaj eso, las aprecio mucho, gracias :D
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-Cariño, ¿a dónde vas?- Escuché la voz de mi madre cuando estaba poniéndome mi chaqueta.
-A ver a Demi- sonreí, pero ella me devolvió una de esas sonrisas llenas de compasión -¿Qué pasa?-
-Nada, me alegra verte así, pero también me preocupa- sonrió, otra vez, compasivamente.
-¿Cómo así?- Traté de parecer despreocupado, pero tenía claro que ella intuía todo lo que yo hacía, o sentía.
-Estás tan grande, Joseph. Haz crecido tanto- dijo emotiva. Caminé con ella hasta el sillón.
La abracé, estaba serio pero tenía ganas de reír. 
-Mamá...- de verdad, no sabía que decirle. Pero ella se encargó de llenar el espacio de silencio, al parecer lo tenía planeado. Esto no era sobre mi madre, era sobre mí.
-Joe, no quiero que te pase lo mismo que con Camilla- Bien, esto me tomó por sorpresa, aunque no debió haber sido así -Estabas así también cuando comenzaste con ella, y no quiero que termine igual-
-Mamá- dije dándome ánimos yo mismo -no fue lo mismo, mira, tal vez sí, pero Demi es diferente ¿no te has dado cuenta? Y de todas formas, sigo siendo yo el que tiene que cuidarse, pero de no lastimarla, porque ella no sería capaz de... hacerme algo malo, ya sabes, no es Camilla-
-Está bien- mencionó melancólica y acariciando mi mejilla. -¿Ya te comprometiste con ir a buscar a Demi?- ¿Qué? ¿Por qué cambiaba de tema tan rápido?
-No, de hecho... quería pasarla a buscar como sorpresa- sonreí
-Bien, diviértete- me levanté del sillón, cuando estaba en la puerta agité la mano para despedirme -No te olvides de invitarla a mi cumpleaños- "Está bien", contesté.
Estaba por salir, pero no estaba seguro de lo que hacía. "¿Está Nick en su habitación?" pregunté casi gritando, mi mamá me contestó que sí. -Creo que hoy no saldré- dije y partí corriendo en dirección a la segunda planta. Entré inmediatamente la pieza de mi hermano, todavía corriendo.
-¡Hey! ¿Qué te pasa?- dijo de mala gana. Si me preocupaba eso, me enojaría con él, por lo que decidí ignorarlo.
-Nada, ¿te has dado cuenta de qué hace mucho tiempo no estamos juntos como hermanos?- Me tiré de espaldas a su cama, haciendo que rebotara, dónde él estaba viendo televisión. Nick sólo me respondió con un "hmm" mientras hacía zapping. Conté hasta diez en mi mente, quería evitar al máximo introducirme en el fangoso terreno de las discusiones.
-¿Cómo está Miley?- insistí, casi eufórico. Tal vez olvidé tomarme la medicina para la hiperactividad.
-No lo sé- dijo como obligado.
-¿Mamá nunca te ha dicho algo de Miley?- continué.
-¿Por qué?- respondió, esta vez interesado, lo supe porque cuando se lo mencioné dio un respingo y me miró con sus ojos como platos.
-Nada malo. Lo que sucede es que, mamá acaba tratar de aconsejarme respecto a Demi.- "¿Por qué?" repitió. -No lo sé, dijo que no quería que me lastimaran de nuevo-
Me miró de forma extraña, pero con la misma compasión que mi madre. Digamos que Camilla fue la primera novia oficial que tuve, no digo "primer amor", aunque, en ese entonces, yo juraba que era mi media naranja. Era unos cuántos años mayor que yo, no muchos, pero varios. La verdad, me interesé en ella ya que Kevin llevaba un tiempo con Dani, y Nick había conseguido su primera novia. Yo había tenido varios affairs antes, pero nada serio, hasta ese entonces. Le entregué todo a ella, me sentía enamorado, en parte lo estaba, pero lo que más me podía era el deseo. Todos me advirtieron, cómo ahora, pero era al revés. A mi madre no le gustaba Camilla, para nada. A mi padre le era indiferente. Frankie no se llevaba bien con ella, porque decía que mi novia no quería jugar con él. Y mis otros dos hermanos, sencillamente, me dijeron "NO". Pero, como mi testarudez es mayor, aún más grande de lo que mi cuerpo puede soportar, no los escuché. Todo terminó peor de los que todos pensaron, me destruyó lo mejor que pudo, no paró hasta asegurarse de que me viera como un perro indefenso. Pero me sentía más como un zombie, ella me lavó el cerebro, me alejó de todo lo bueno, era su robot. Todavía me era difícil superarlo. Cuando estaba con Camilla, me decía que duraríamos más que cualquier otra pareja, que estaríamos juntos por siempre. Pero ahora, aunque dejó cicatrices medio abiertas, ella está fuera de mi vida hace bastante tiempo, en cambio, mi hermano mayor se casó con Danielle, y Nick todavía sigue, con su primer amor.
-¿Crees que Demi sería capaz de lastimarme?- pregunté.
Mi hermano me miró, noté su mirada algo decaída, pero con él, era casi imposible saber qué era lo que realmente estaba sintiendo o pensando.
-No, ¿no has notado cómo te observa?. No sé qué le hiciste Joseph, pero te adora- sonrió, pero de su forma particular, sólo una débil curvatura y sin mostrar los dientes. Yo, sonreí, sonreí de verdad.
-¿Por qué tienes tanto problema con que esté con ella?- ya sé, estaba tratando de evitar el tema, pero tenía esa duda, y salió automáticamente de mis labios.
-Perdón- suspiro cabizbajo -es que... ya sabes, no quiero que ella sea como, otra "Risitos de Oro"- rió.
-¡HEY!- dije pegándole con mi puño en el brazo. -yo nunca le dije así a Taylor, ella lo inventó.- su recuerdo surgió como una mezcla de repulsión con ganas de carcajear.
-Y aún no te deshaces de ella...-siguió, riendo.
-Tú mejor te callas, Nicky- esta vez me tocaba molestar a mí. -Mira que Selena no te olvida- él trató de aguantar su risa, pero no pudo, nos reímos bastante, de nuevo me sentía conectado a mi hermano.
-Pero Joseph, de verdad, perdón- se puso serio -pero, con lo que pasó con Trace y... todo lo que vivió Demi, ¿aún no sabes por qué se vino a Los Ángeles, cierto?-
Bien, con nombrar al imbécil tuve suficiente como para dejar de reír. Sentía tanto asco por él, sigo buscando ocasión para descargarme. Pero, Nicholas tiene razón, no sabía las razones de por qué Demi ya no vive con su familia, creía conocerla, me dí cuenta de que la estaba ignorando totalmente, si quería ser algo más, debía preguntarle, y si pudiera, ayudarla.