viernes, 30 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 28.

Habían pasado tres días, estábamos los dos sentados en el sillón, en la sala de mi casa. Joe me abrazaba y besaba repetidas veces mi frente y mi nariz.
-Joe- dije sonriendo, no esperaba una respuesta, tan sólo quería decir su nombre.
-Bonita- besó mi rostro hasta llegar a mi boca. Le respondí a todas sus caricias, pasé mis manos por su ancha espalda, y luego las enredé el cabello de su nuca. "Te amo", me repetía una y otra vez mientras sus labios danzaban con los míos.
Tocó mis caderas con sus tibias manos, y se inclinó sobre mí, soltó uno de los botones de mi blusa y deslizó sus dedos hacia mis costillas, aunque tenía una sudadera debajo, me hizo tiritar.
Ya estaba casi acostada sobre el sofá, nos besábamos locamente, y sencillamente no podíamos separarnos. Puse mi rodilla entre sus piernas, y él me acariciaba cada vez más. Nuestras lenguas peleaban como en un duelo, cada uno se impregnaba de la esencia del otro. Yo tiraba de su polera, y el seguía, imponente, sobre mí; sentimos pasos y a la hora de separarnos, podría decirse que fue un poco tarde.
Mi padre nos observaba serio, con los brazos cruzados sobre su pecho.
-Señor, yo...- se apresuró a decir mi novio.
-Demi- dijo él con su voz notablemente ronca -quería hablarte de Joseph, de hecho- le dio una mirada acusadora, yo me sentía avergonzada. Tanto Joe como yo estábamos rojos como tomate, aunque no estaba segura si por acalorados, o del pudor que sentimos al quedar expuestos.
Lo observé.
-Hablé con mis colegas, y algunos productores, y me han dicho que estarían dispuestos a trabajar con él- miré a Joe sorprendida, se le había iluminado el rostro.
-Espere... ¿cómo saben ellos de mí?- preguntó.

Llegamos hasta la casa de Joe, donde tendríamos una cena con toda su familia. Frankie estaba en el segundo piso, divirtiéndose con sus videojuegos. Le pidió a Joe lo acompañara jugando, él lo hizo. Su pequeño hermanito estaba en medio, pero él en ocasiones lograba pasar su mano por atrás y tocar mis labios, yo besaba sus dedos; Frankie le daba fuertes golpes cuando lo descubría; nosotros sólo reíamos.
Escuché una voz uniforme y familiar a mis espaldas. Dirigí mi mirada en esa dirección... ¡Nick!, no podía ser, pero lo era. Fui corriendo hacia él y una gran sonrisa se formó en nuestros rostros; Nicholas no sonreía muy a  menudo, pero cuando lo hacía... lo valía. Nos dimos un fuerte abrazo, él seguía sonriendo; lo veía mucho más feliz que otras veces.
-¡No sabía que estabas aquí!- exclamé.
-¿Joe no te dijo?- miré a mi novio, que se encogió de hombros y me gritó un "¡se me olvidó!" -ya ves como es de distraído- dijo Nick moviendo su cabeza hacia los lados, radiante -pero llegué recién hoy. Te he extrañado tanto, Demi- me abrazó otra vez.

Nick salió un rato con Kevin, Dani, Frankie y sus padres, mientras Joe y yo nos quedamos en casa preparando la cena, bueno, yo sólo le pasaba los ingredientes, porque él es el cocinero, el mejor cocinero del mundo.
-¡Listo!- dijo mostrándome una gran fuente blanca, llena de raviolis, con salsa pesto encima. Lucía delicioso, y olía increíble también. Intenté probar el majestuoso plato con mi dedo, pero él se alejó de mí de manera violenta -¡NO!, tienes que esperar- sonrió.
Llevé los platos hasta la mesa, cuando sentí unos brazos rodeando mi cintura; ¿quién más podía ser? el hombre más perfecto que ha pisado esta tierra, o el perfecto para mí. Tomé una bocanada de aire, la loza que sostenía en mis manos por poco se me cae. Susurré su nombre, él rió en mi oído, causándome un agradable cosquilleo. Me esforcé un poco y logré soltarme para dejar los platos en la mesa finalmente, luego, él me atrajo fuertemente hacia su cuerpo, volteé y quedamos con las miradas fijas en nosotros mismos.
-¿Por qué eres tan lindo?- le pregunté, él levantó sus cejas y abrió exageradamente sus hermosos ojos café. Me reí -te amo- puse las palmas de mis manos en su cuello, y lo besé suavemente.
Nos separamos y él me miraba detenidamente, sonreí, él a mí, y volvió a besarme, y otra vez, y otra vez. Me acorraló contra el mueble que estaba tras de él, y seguíamos besándonos, entregándonos todo el sentimiento que nos afloraba, transmitiendo la química instantánea que poseíamos desde el momento en que cruzamos nuestras miradas. Sentía su barba contra mi mejilla, su respiración sobre la mía, su cuerpo magnetizado a mí.
-Ew- escuchamos a alguien exclamar; por segunda vez en el día nos separamos sobresaltados. Era Frankie, pero junto a él... Dani, Nick, y Kevin. Lo único que agradecía era que mis suegros no hayan estado ahí.
-Cálmate, hermanito- dijo Kev, dirigiéndose a Joe.
En todo esto tiempo, siempre habíamos sido muy discretos con nuestra relación frente a otros. Sabían que éramos novios, nos abrazábamos siempre, pero situaciones como éstas preferíamos dejarlas en privado por respeto a los demás; y ahora, en apenas un día, era la segunda vez que nos atrapaban "in-fraganti". Me sonrojé y agaché mi vista. Entraron los padres de mi novio por la puerta.
-Bien chicos, ¿hora de comer?- preguntó Denise, sonriendo.
-Al parecer Joe se nos adelantó- se burló Nick y Kevin rió con él.
-Jaja, qué graciosos- mencionó Joe, malhumorado.
Nos sentamos a cenar, la conversación fue amena y la comida extraordinaria. Ya nos habíamos demorado el postre, y era uno de esos momentos hermosos en que todos ríen y disfrutan, y tú disfrutas viéndolos a todos, grabando el momento en tu mente para siempre. En ellos encontré otra familia, una de verdad. Pero, lo bueno no puede durar para siempre, justo en ese instante, tocaron el timbre, ¿quién será?, nos preguntamos todos.
La nueva huésped de la familia... Ashley.
En el rostro de Nicholas, pude ver el reflejo de mi propia expresión. Frankie, quién había ido a recibirla, volvió corriendo a posicionarse entre Joe y yo. Saludó a todos agitando su mano y sonriendo de manera absurda.
Planeamos hacer una improvisada noche de juegos. Me disculpé por un momento y fui a mi casa a buscar el regalo de cumpleaños que le debía a Nick. Él anunció su partida justo el día en que mi novio y yo les dijimos que lo nuestro era oficial. Se fue luego de un mes y medio, pero en ese tiempo, se había convertido en mi hermano, y en mi mejor amigo. Si bien Joe también lo era, con Nick podía sincerarme respecto a lo que me pasaba con Joseph, lo bueno y lo malo; y él había encontrado en mí a una compañera que podía hasta escribir canciones con él; teníamos algo único, una amistad pura, sin otras intenciones. Aunque a veces bromeaba tomándole la mano y diciéndole a Joe que lo engañaba con él, los tres nos llevábamos de maravilla.
Al volver de mi hogar, estaban ya todos en la sala, en la mesa, con bocadillos y bebidas por todos lados. Frank había escogido el juego "Clue", y habían decidido formar grupos. Kevin y Dani; Denise, Paul y Frankie... Joe y Ashley, Nicholas me esperaba para que hiciera equipo con él. "Bien", me dije a mi misma, tranquilizándome, "es sólo un juego". Cada equipo estaba a su lado respectivo de la mesa.
Pero esta chica, era aún más insoportable de lo que me imaginaba.
Abrazaba a mi novio cada dos segundos, se apoyaba en sus brazos. Él le sonreía y a veces acariciaba sus hombros. "Es sólo por cortesía", trataba de convencerme. Yo los miraba con mis puños apretados y mi ceño fruncido, estaba bastante molesta, debo decir; al parecer todos se dieron cuenta, menos Joseph y... ésa.
Después de finalizado el juego, sus padres fueron a dormir; y nosotros fuimos a jugar Wii. Aparentemente, ella juraba que los grupos seguían formados, se amontonó junto a Joe en el sofá, y le decía bromas al oído para luego reírse ella misma como una loca de remate.
Yo estaba compitiendo en bowling junto a Nick, él era el mejor jugador en esto, y en el juego real también.
"Mira cómo salta Demi cada vez que tira la pelota", decía Ashley, y se reía... junto a Joseph. Estaba tan enojada que ningún tiro me salía bien.
-Hey, calma- me dijo Nicholas en un susurro. Pero entonces miré a mi lado, y ellos dos me miraban como burlándose de mí.
¿Cuándo se habían vuelto amigos tan cercanos?.
-¡Eres una estúpida!- grité, arrojándole el control a Ashley por la cabeza. En estos momentos demoraba mi diferencia de edad e inmadurez. Escuché risas tras de mí, pero Joe se puso frente a mí, imaginé que así lo veía Trace hace varios meses atrás. Me asustó un poco verlo así.
-¡Demi! ¡¿cómo te atreves?!- gruñó -¿no puedes ser más inmadura?-
No me atreví a decir nada, me asqueó ver a la estúpida haciéndose la víctima, recostada sobre los cojines, quejándose y tocándose la frente con ambas manos. No fue tan fuerte. Mi novio me dio la espalda, y se dispuso a socorrer a Ashley.
-No puedo soportar esto- dije alzando mis manos en señal de rendición. Dani y los chicos, excepto Joe, trataron de detenerme. Pero estaba enojadísima. Tomé mis cosas y salí por la misma puerta por la que entré. No puedo soportar esto.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 27.

-No sé si estoy lista para esto- no pude decir nada más. Me observó por algunos segundos y luego se salió de encima mío, quedando a mi lado en la cama, me puse de pie -¿me la prestas?- pregunté tomando su polera aún tibia entre mis dedos, él asintió.
Entre al baño de su habitación, me puse su polera; me lavé la cara, y me peiné un tomate; wow, qué día. Necesitaba algo de tiempo para procesar todo esto, por fin me había a atrevido a confesarle que lo amo, mi felicidad aumentó un millón de veces al saber que él sentía lo mismo por mí. Y esto, lo de hace un momento, lo estaba disfrutando mucho, pero me sentía confundida como para seguir.
Al salir del baño, el estaba sentado a la orilla del colchón, abotonándose una camisa blanca, cabizbajo. Pude notar lo frustrado que estaba, me sentía muy culpable. Me acerqué y me senté lentamente sobre sus piernas, él lanzó un pequeño gemido, pude sentir que su excitación seguía tal como antes, lo que me hizo sentir aún más culpa.
-Lo siento- murmuré.
-No te disculpes, Dem. Te entiendo, y siempre voy a respetar tus decisiones- levantó su cara, viéndome con esos hermosos ojos, de un color único, un color que iba desde un encendido naranjo hasta un negro profundo.
-Pero...- dije en un balbuceo idiota.
-Shh. No digas nada más- me abrazó fuerte y besó mi cabeza.
Nos quedamos varios minutos acariciándonos; de pronto el timbre sonó y ambos nos sobresaltamos. Me puse de pie, le sonreí y él bajó para abrir la puerta, yo fui unos cuántos pasos tras él. Me quedé en el último escalón, examinando su manera de caminar, se veía tan... sexy, con la camisa suelta y sus bóxers de tela que le ajustaban un poco. Sonreí a mí misma mientras él abría la puerta
-Estuve esperando tu llamada- escuché decir a una voz femenina. Entró una esbelta chica, alta, vestía un corto vestido, blanco y negro, aburrido. Apoyó una de sus flacas manos en el hombro de mi novio.
-Ashley, ella es mi novia, Demi- la interrumpió Joe, señalándome. Ella se dio vuelta a mirarme, me dio una mirada llena de repulsión, luego se acercó a mí, y me sonrió de forma burlona.
-Hola- dijo como quién le habla a un bebé -¿cómo te llamas, linda?- acarició mis mejillas -qué tierna es tu novia- le dijo a Joe. Él me miraba preocupado. Pero supongo que yo lo estaba más que él; si me ponía a pensar ahora, ella es la clase de mujer con la que esperarías ver a Joseph, alguien que de verdad sea digna de él. Yo era tan solo una adolescente con problemas de autoestima. Me preguntaba cómo nos veríamos, y qué pensarían los demás de nosotros.
A las espaldas de "Ashley", mi novio me estiraba su brazo, tendiéndome la mano. Pasé groseramente al lado de ella, sin haberle dicho ni una sola palabra, y tomé la mano de Joe.
Lo ayudé a ordenar la habitación de arriba, y llevamos los platos hasta la cocina para lavarlos. Yo les pasaba una esponja con espuma, y Joseph los iba secando. Cuando él se distrajo aproveché de echarle unas gotitas de agua en su espalda, por entre su piel y su camisa. Se volteó ágilmente con su boca en forma de "o". Yo me reí y él me dedicó una tierna mirada. Estiró el paño con el que secaba la loza, y lo enredó en mi cintura, me atraía hacia él, yo ni siquiera me rehusé.

Todo esto estaba pasando por una razón, el deseo que ahora surgía entre ambos no era solamente por algo físico, era algo psicológico; ambos suponíamos que existía ese amor, ahora que lo habíamos aceptado, nos dejábamos llevar por las acciones del amor, de sentirse querido por el otro.
Al mismo tiempo, sentía miedo. Supuestamente, la intuición de las mujeres nunca falla; bueno, esta vez, sentía que algo iba a pasar, que debía disfrutar este tiempo, que ya se estaba acabando. No quería que esto tuviera un final, no tan pronto. Siempre quise encontrar a ése príncipe azul, y poder vivir feliz para siempre. Tal vez ya lo había encontrado. Pero algo en mi interior insistía en que esto no iba a estar bien.
Después de ordenar volvimos a su dormitorio, nos sentamos en la cama, frente a frente.
-Joe... ¿eres virgen?- pregunté interrumpiendo un silencio angelical. Fui tan directa que hasta a mí me incomodó un poco. Él se quedó observándome, hasta que me respondió.
-No.- sentenció -¿tú lo eres?- preguntó él esta vez.
-Sí- le respondí cabizbaja con una fingida sonrisa -esa chica... Camilla, fue con ella, ¿no es verdad?- seguí.
-Sí- su tono era duro, pero no molesto, como si el tema le afectara mucho -fue hace un par de años, y considerando el nivel de madurez que tenemos los hombres... yo era un adolescente obsesionado. Aunque, ahora pienso que cada persona madura de acuerdo a su realidad.- me dirigió una mirada que reflejaba todo lo que me estaba contando.
Logré asentir con mi cabeza, quería que me siguiera contando.
-Yo juraba estar enamorado, estaba cegado por el velo invisible de un amor inexistente. Yo no me sentía listo, no estaba preparado para tener relaciones sexuales, sentía que debía esperar-
Cualquier hombre se enojaría cuando su novia no quiere tener sexo con él, pero esa noche, Joe me respetó de manera tan comprensiva; ahora entendía de que él tuvo la misma inseguridad, pero con finales distintos.
-Ella me puso entre la espada y la pared, después de haberme utilizado de todas las formas que pudo... Demi, tal vez no lo sepas, pero a nosotros, nunca nos ha faltado el dinero.-
No lo sabía, pero había logrado darme cuenta.
-Después de usarme como quiso, logró lo que desde un principio me estaba exigiendo, lo que, según ella, un hombre maduro no dudaría en hacer con su novia. Tuvimos relaciones, y a pesar de haber logrado el orgasmo, no lo disfruté a pleno, ella me estaba obligando, me estaba exigiendo. A los dos días me dejó, por teléfono; y al día siguiente ya estaba con otro. El rumor se esparció de manera monumental, todos hablaban de que el hijo de un pastor evangélico estaba teniendo sexo con una mujer mayor. Hasta mi familia se enteró de todo con lujo de detalles, tuve que hablar con mi mamá, lloré en su hombro, era la primera vez que me tocaba a mí tener el corazón roto.- me miró otra vez y pude darme cuenta de que tenía los ojos cristalizados.
-Lo siento- se me ocurrió decir. Él negó con la cabeza.
-Sólo fue culpa mía. Ya olvidé a Camilla, pero al recordar tan sólo el dolor que me causó... éso es lo que en verdad duele. Ahora quiero olvidar todo, y comenzar de nuevo; es lo que estoy intentando, Demi, y tú me ayudas; gracias por haberme escuchado. Gracias por ser como eres- y me abrazó.
Pude sentir lo mucho que él necesitaba ese abrazo, pude sentir que en verdad me necesitaba.
-Te amo- le susurré confidente. Él me abrazó aún más fuerte, se acomodó en mi pecho, sentía mi corazón retumbar, y él podía escuchar mis latidos. Él podía sentirme.
Él era el único capaz de hacerme amar.

Enchanted ~ 26.

Desperté muy animado esa mañana, me puse un buzo y una polera para ir a desayunar; en la cocina me encontré con la amiga de Danielle, habíamos estado hablando, se llamaba Ashley Greene, y tenía la misma edad que la esposa de mi hermano, por lo que era bastante mayor que yo. Pasé directo al refrigerador, encontré sólo una manzana, la lavé y la llevé a mi boca.
-¿Me das tu número?- preguntó de repente. Me di vuelta y la quedé viendo extrañado.
-¿Para qué?- pregunté frío. De algún modo me había arruinado el ánimo.
-En la tarde quiero salir, y si llego muy tarde no quiero molestar, podría ser... por si pudieras abrirme la puerta- continuó. Quería salir rápido de ahí, le di mi número, tomé la manzana y fui a la sala de estar, jugué un poco en la Xbox, luego me bañé, y me vestí con unos jeans sencillos, un polerón negro, y zapatillas rojas. 
A eso de las 3:00 de la tarde pasé a buscar a mi novia; estaba nervioso y no sabía por qué. Cargaba un oso de peluche gigante en mi brazo derecho, y un ramo de rosas en mi mano izquierda, de las cuales siete eran azules, y una era blanca. Toqué el timbre con dificultad.
Y ahí estaba ella. Radiante, con un vestido negro, ajustado, sus labios rojos, y su cabello brillante como un cascada caía por sobre sus hombros. "Hola", dije sonriendo. Ella se abalanzó sobre mí sin decir palabra; se distanció un poco de mí, y me miró directamente a los ojos.
-Felices nueve meses, hermosa- le ofrecí las rosas y el peluche, ella me observó emocionada y recibió mis regalos.
-Ven, dejaré esto adentro- me dijo, la seguí hasta el interior de su hogar. Dejó los obsequios en el sillón y levantó una cajita roja amarrada por una cinta blanca. -Esto es para ti- mencionó con una sonrisa en su cara. 
La tomé y abrí, lo primero que vi fue un brazalete formado por pequeñas cuentas redondas, y abajo una polera, la estiré, era muy de mi estilo.
-Yo tengo la misma pulsera- dijo levantando su brazo -es cursi- carcajeó. -la polera la hice yo, espero te guste- ubiqué la caja de vuelta en el sofá.
-Me encanta- me acerqué seductivamente a ella, posicioné mis manos en su cintura. -gracias-.


Fuimos al cine, compramos un gran envase de palomitas para ambos, y dos gaseosas medianas, vimos una película de horror, lo que me dio más de una excusa para poder abrazarla y besarla; luego dimos algunas vueltas por el centro de la ciudad, estaba atardeciendo, el ambiente estaba cálido, caminábamos por las calles con nuestras manos entrelazadas, el otoño llegaba en la ciudad de Los Ángles, las hojas caían a nuestro alrededor con suavidad. Nos detuvimos en el centro de una plaza, bajo los árboles. La abracé y escondí mi cara en su cuello, ella acercaba su cuerpo aún más al mío.
Me alejé sólo para contemplarla mejor, nos miramos fijamente por varios minutos, sus rojos labios me incitaban a tocarlos con los míos. 
Escuchaba una melodía intocable en el aire, algo sólo para los dos, algo sólo para ese momento. Ya eran nueve meses junto a ella, nueve meses con esa mujer... de la que me enamoré. Cada cosa de ella, su voz, sus gestos, podían enloquecerme en cosa de segundos; ella sabía escucharme, y sabía hacerme callar en los momentos necesarios. Ella me transmitía un sentimiento tan honesto que a veces me negaba a creer. A veces me cuestionaba mi propio estado mental, ¿podía ella ser siquiera real?. Sí, ya me lo había preguntado y lo había confirmado varias veces.
Ya no podía ni explicar ese sentimiento que me invadía, esas cosquillas que me daban cuando ella rozaba mi piel, esa sonrisa instantánea que surgía en mí cada vez que la veía aparecer. Al fin lograba comprender a mis hermanos; nuestra familia siempre nos enseñó a tratar a todas las mujeres como reinas, eso nos hacía volver locos con la mujer que ocupaba nuestros corazones, porque si todas son reinas, ¿que serían ellas entonces?, averiguarlo no era lo importante.
Tenía un revoltijo de pensamientos cuando la tenía así de cerca, su mirada me absorbía y me fundía en el aroma dulce de su piel, yo ya había descifrado mis sentimientos hace un tiempo, otra cosa era aceptarlos. Imaginaba cómo sería estar enamorado de ella desde ahora, tendría que aceptarlo; sí, lo aceptaba con total alegría. ¿La amo de verdad? Ya conocía la respuesta... estaba en eso cuando escuché esas palabras saliendo de su boca con la aterciopelada agudeza de su voz.
"Te amo", sonó completa y nítidamente en mis oídos, mis latidos se aceleraron, en mi frente sentía un sudor frío y mis manos tiritaban.
La acerqué ansioso, nervioso, instintivo. "Te amo", repetí casi en un grito. La besé, la besé con todo el sentimiento que pude, la besé no solo por besarla, la besé de felicidad al saber que entre nosotros se había formado un lazo especial, algo diferente a toda relación, algo intocable, algo que apenas tenía nombre, porque decir "amor" quedaba pequeño. La besé como nunca antes hice, como nunca antes me hubiese atrevido. Ella me acariciaba y correspondía a mis besos y caricias con la misma fuerza y pasión. Nuestras bocas se buscaban y chocaban, jugueteaban con sus propias reglas. Estuvimos así por una eternidad que pareció durar un segundo. Mi cuerpo entero se estremecía.
Fuimos a hacernos unas fotos en esas casetas antiguas, amaba tener esto con alguien; amaba tener a ese alguien especial a quién amar. Llevaba conmigo mi cámara Polaroid, por lo que fotos de ese día inolvidable, fueron muchas. Pero el día aún no acababa.
Mis padres y Frankie estaban visitando a Nick en NY; y por lo que capté, Kevin saldría con Dani, y su amiga. Íbamos camino a casa cuando me llegó un mensaje, revisé mi celular.
"Joe, estoy en una fiesta con tu hermanito y su esposa, me llamas a este número si quisieras hacerme compañía ;) xoxo, Ash". Pero, ¡¿qué rayos?!. Decidí ignorarla y sujetar más fuerte la mano de Demi.
Llegamos a mi casa, fuimos a la sala de estar, el mismo lugar en que nos habíamos dado el primer beso. Hice que cubriera sus ojos, y la ayudé a llegar hasta arriba.
-¡SORPRESA!- exclamé.
Había cubierto todo el piso con blandos cojines, y velas de distintos colores. No era espectacular, pero, para ser yo, era un gran logro. Y aunque mi mejor arma de conquista era la cocina, sólo decidí preparar una fuente de chocolate, y al lado, un gran bowl repleto de frutillas.
-Eres definitivamente el mejor novio del mundo- me besó para después hincarse sobre las almohadas.
Untaba la fruta en el chocolate y se lo daba en la boca, y ella a mí. Después de un rato nos sacamos los zapatos para estar más comodos, y había empezado a hacer algo más de calor por lo que me saqué el polerón.
-Te quedó algo ahí- dije tocando parte de su mentón con la punta de mi dedo. -Espera- me acerqué a ella y besé el punto que había señalado antes. Me moví hasta sus labios dando besitos en su fina y blanca piel.
-Tú tienes algo acá- dijo poniendo chocolate intencionalmente sobre mi cuello. Me senté en el piso, y ella se sentó  a horcajadas sobre mí, su generoso escote quedó muy cerca de mi rostro. Se acomodó un poco y empezó a besar mi cuello, succionó fuertemente el lugar dónde tenía uno de mis lunares, causando en mí una sensación entre dolor y placer, besaba apasionadamente todo el camino hasta mi boca, hasta que la encontró, después comenzó a besarme de una manera más fuerte, empecé a tocar su espalda y finalmente tomé y acaricié su trasero con mis dos manos. Ella sujetó mi labio inferior entre sus dientes, mordiéndolo con delicadeza, lo que disparó de manera segura mi excitación. Deslizó su palma por debajo de mi polera, recorriendo mis abdominales con sus dedos. Se despojó de mi prenda en un dos por tres, y mordió ella misma su labio, devorándome con su mirar. Gemíamos de manera inconsciente, y cada reacción de uno encendía más al otro. Decidí tomarla de sus muslos, me puse de pie y fui en dirección a mi habitación, en ningún momento dejamos de besarnos o acariciarnos cada vez de manera más atrevida. La recosté sobre mi cama y me posicioné arriba de ella, acaricié su estómago por sobre la tela de su vestido, tomé las pequeñas tiras de este que envolvían su hombro y las bajé hasta su brazo, pero ella se sentó en la cama y empezó a sacárselo por su cuenta; yo, por mi parte, aproveché de sacarme los pantalones, quedando sólo en bóxers, la erección ya era obvia, un gran bulto se escondía en mi ropa interior ansiando por salir, cuando me volví a verla, ella estaba casi desnuda, una diminuta pantaleta era lo único que le quedaba puesto. Fui depositando besos por sus piernas y muslos hasta llegar a sus caderas, di un pequeño roce con mis dedos en su femineidad, y aunque fuese por encima de ese género negro de su prenda, ella se estremeció por completo, decidí seguir subiendo hasta llegar a sus pechos, empecé a acariciarlos y pasar mi lengua por alrededor.
-Joe- dijo apenas, reprimiendo sus gemidos; me despegué de su piel para observarla- no sé si estoy lista para esto.



sábado, 24 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 25.

Pasaron ocho meses desde entonces.
Mi relación con Demi era cada vez mejor, y más placentera para ambos. Aprendimos a conocernos; obviamente habían peleas de vez en cuando, pero siempre nos reconciliábamos, éso era lo importante. Mi hermano, Nick, se había mudado a New York, a probar suerte en la música, y llevaba su vida muy bien al otro extremo del país. Miley se mudó a Nashville, Tennessee, porque quería volver a sus raíces; aunque supuestamente seguían juntos, supongo que es difícil llevar una relación a tanta distancia. 
Demi habló con Billy para agradecerle por todo, y se fue a vivir con su padre; lo mejor era que ahora estaba más cerca mío.
-Te paso a buscar a las 8:00- dije justo antes de colgar la llamada.


Pasamos nuestros tickets y entramos juntos, en la parte de arriba del escenario se alzaba un gran corazón en llamas con letras que dictaban "House of Blues". Era como un pequeño club nocturno, pero con suficiente espacio como para realizar una tocata. Nos sentamos en las primeras filas, pasé mi brazo por atrás, abrazándola, ella apoyó su cabeza en mi hombro.
-Joe...- susurró alzando su bello rostro; la miré. -gracias por ser el novio perfecto-. Sonreí.
-No soy perfecto, tú lo eres- me incliné para poder besarla, y ella correspondió a mis besos y a mi sonrisa por encima de mis labios.
Para ser honesto, las bandas y cantantes que se presentaron fueron solo una especie de música de fondo para nuestra cita. Hablamos todo lo que debíamos, le lanzaba bromas una y otra vez, sólo para poder ver ese tenue brillo en sus ojos, y para poder contagiarme de esa hermosa fuerte risa que poseía. Quedaba alrededor de hora y media para que el espectáculo terminara, pero igualmente nos retiramos. 
Pasamos a un café camino a casa, tenía un ambiente hogareño y tibio, me gustaba mucho ir ahí. Aunque era bastante concurrido, se sentía algo privado. La observé caminar hasta el mostrador, esa aura que la envolvía me hechizaba más cada día, ese brillo que desprendía me hacía enloquecer. Cada día la quería más, pero, al mismo tiempo, cada día sentía una mayor tensión sexual entre nuestros cuerpos y mentes; sus definidas curvas me volvían loco, en sus ojos aparecía un halo de misterio que quería atravesar; y aunque sé, que lo físico no es lo que importa, pero ella me atraía tanto por su forma de ser, que al admirar su cuerpo no podía sentir culpabilidad alguna.
Sus piernas avanzaban de un modo en que toda su figura podía ser dignamente admirada, su cabello caía ligero por sobre su espalda, pero lo que me llamaba la atención en ese momento eran sus muslos y su trasero. Llegué justo tras ella, que estaba apoyada en el mostrador haciendo su orden. Ya casi no podía resistirme; me moví sigilosamente y con una de mis manos agarré fuertemente su trasero, ella dio un respingo y se volvió a mirarme con unos ojos enormes.
-¡Joe!- mencionó en un agudo hilo de voz.
-Hola- le dije sonriendo con soltura.
Ella soltó una risita nerviosa, el matiz rosado de su cara era casi rojo; no pude evitar sentirme algo mal por ella. 
-Bonita, no tienes idea de cuánto te quiero- dije mientras la abrazaba, de nuevo sonreía como idiota, como cada vez que estaba junto a Demi. Me observó con esos hermosos y grandes ojos cafés que sólo ella puede poseer en este planeta. Terminamos de ordenar, y luego nos fuimos a sentar.
Hablamos, otra vez, pero no escuché nada, me distraía ver el movimiento de su boca, cada forma que pronunciaba, esa especie de sonrisa al saber que yo sólo la miraba a ella, el roce de sus labios unos con otros, mi mente daba gritos implorando el poder tocarlos una vez más; cada gesto que se formaba en su fino rostro, la manera en que arrugaba su nariz cuando mencionaba algo incómodo y estaba a punto de reír. Hace tiempo me preguntaba si podría estar enamorándome de la persona que ahora estaba a mi lado; ¿ahora?, ahora sentía algo que nunca jamás experimenté, el querer y tener que depender de esa persona en particular, el deseo de sólo querer, estando cerca o no, esperando nada más que una señal de un afecto recíproco, la reacción de pensar en ella y en algún momento juntos cada vez, al escuchar a alguien cantar sobre amor. 
Pero tenía miedo; esto no era como lo que sentí con Camilla, aunque se le asimilaba bastante; y, ¿por qué me hacía esto yo mismo?, si en verdad quería a mi novia actual debía dejar de compararlas, mi cerebro sabía muy bien que Demi era todo lo contrario a esa chica que me rompió en millones de pedazos y los expuso públicamente; pero mi corazón no estaba dispuesto a aceptar la idea de que esta vez ella no me haría daño.
-Te ves lindo con tus lentes- mencionó alegre.
-Pues... gracias- reí atontado -tú siempre te ves hermosa- respondí tomando su mano.
-Ya basta- reclamó -¿por qué no aceptas de una vez lo asombroso que eres y que eres mi hombre ideal?- me dirigió una mirada tan honesta, que sentía que si seguía con el tema la ofendería de algún modo. 


Bajo el umbral de la puerta de entrada de su casa intentábamos despedirnos.
-Entonces... ¿qué día?- preguntó acercándose a mí.
-Emm... ¿de qué me estás hablando?- reí tomando sus manos con las mías y ubicándolas entre nosotros, acerqué mi cabeza a la suya y choqué nuestras frentes, algo torpe, debo decir. Se quejó por algo del dolor pero luego reímos.
-No seas tonto- dijo dando un pequeño golpe en mi panza, y separándose algo de mí, pero se lo impedí  tirando desde su muñeca.
-¿De verdad creíste que me olvidaría?- cuestioné con mis labios entre su mandíbula y cuello tratando de besarla, mientras ella reía de una manera sumamente adorable. El jueves que seguía cumplíamos nueve meses juntos de manera oficial, no podría olvidarme.
Tras estar un buen lapso de tiempo riéndonos y besándonos logramos despedirnos, me fui caminando hasta mi hogar, el barrio era tranquilo, y nuestras residencias se encontraban muy cerca; en todo el camino iba dando pequeños saltos, y todavía no podía borrar mi sonrisa. Justo antes de que mi hermano mayor abriera la puerta alcancé a enviarle un mensaje deseándole unas buenas noches.
-Joe, ella es una amiga de Dani- dijo Kevin señalando a la muchacha junto a mi cuñada. Era alta, delgada, con un pelo color chocolate, y los huesos de la cara le sobresalían, me acerqué a saludar.
-Soy Ashley- dijo sonriente y pude notar un aire coqueto en sus palabras y movimientos.
-Soy Joe, mucho gusto- respondí estrechando su mano.



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Sorry, por si es corto, ya voy en el capítulo 25 y ya tengo todas las ideas hechas, yo creo que unos cuantos capítulos más y ya... listo. Por ahora sólo les pido que disfruten leyendo esta novela tanto como yo lo hago al escribirla :3 

lunes, 19 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 24.

Abrí lentamente los ojos, algo frío escurría por mi cara. Intenté levantar mi cabeza, pero un fuerte y a la vez suave "no", me detuvo. Con su mano acomodó otra vez mi cabeza en el cojín, para después seguir dando pequeños golpecitos en mi cara con una esponja húmeda. Acarició mi cabello y me sonrió.
-Demi- me quejé, pero lo sonreí como pude -¿dónde estamos?- pregunté con dificultad.
-Shhh- me hizo callar -luego te explico todo, ahora duerme- me contestó dulcemente, puso un dedo sobre mis labios para luego besarlos, frágil. Cerré mis ojos, no sé si me desmayé o me dormí.


"Joe despierta" susurró su tibia voz. Esta vez pude mirar con más facilidad. Demi caminaba hacia mí con una bandeja en sus manos que luego puso sobre mis piernas cuando me acomodé.
-Buenas tardes- rió sentándose en el borde de la cama. Le sonreí, sentí algo diferente en mi sien, palpé en el lugar y pude sentir una especie de vendaje. -Lo siento, hice mi mejor intentó ayer, pero creo que no funcionó- rió.
-Gracias- dije sentándome mejor -¿dónde estamos?-
-En mi casa- me observó. ¿Qué?, me pregunté si en algunas piezas más allá estaba Trace, pero esta habitación nunca la había visto -No te preocupes- carcajeó -es mi otra casa, la de mi padre-. ¿Así que yo estaba convaleciente en la casa de uno de mis modelos a seguir?.
-Soy un debilucho, me pegaron dos veces y me desmayé- dije riendo, pero hablando en serio.
-¿Dos? No lo creo. ¿Te diste cuenta de que cuando caíste te cortaste con vidrio en el rostro y los brazos?- preguntó consternada. Estiré mis extremidades superiores para constatarme de lo que recién me había enterado, no era nada tan profundo pero sí era una buena cantidad de cortes.
-Wow, pero de no ser por mi enfermera especial me hubiese muerto- dije en mi tono de con el que siempre conseguía chicas, me funcionaba perfecto, pero en esta ocasión, era usado sólo porque Demi me gustaba mucho, ella no era como las demás chicas que conocí. Reímos juntos, ella se quedó conmigo toda la tarde, explicando todas las preguntas que yo le hacía.


Al otro día fuimos al centro comercial a pasar el rato, luego de haber estado en mi casa. Cuando llegué mi madre hizo un escándalo de proporciones, tuve que admitir haber estado en una pelea, agradecía "ser grande", porque ya no era castigado, pero me gané un buen discurso, por parte de los dos de mi progenitores. Después de haber recorrido la mitad del mall, nos sentamos en las mesas del local de Starbucks.
-No sé quién se cansó más, ¿tú o yo?- dijo Demi, riendo.
-Bueno, pero al menos sabemos que podemos ir de compras juntos- argumenté. Observamos las más de siete bolsas que ya llevábamos, y reímos más. -mira mi rostro, ya no soy bonito, ¿me dejarás?- pregunté haciendo un puchero. Ella acercó sus dedos a mi mandíbula.
-Aún así te ves hermoso, te ves sexy- se sonrojó mientras reía -pero, si quieres que te deje...- y me devolvió el gesto, estirando sus labios como una niñita triste.
-No, Demi. De hecho... quiero, quería; no, quiero- no podía darme el lujo de ponerme nervioso ahora, después de todo lo que había practicado frente al espejo, pero al ver esos ojos, su bello rostro, mi concentración se desvanecía. -quería preguntarte si quisieras ser mi novia- pregunté escupiendo las palabras con ansiedad, no podía esperar más. Ella me dirigió una mirada, pero que no pude interpretar -hemos pasado este tiempo juntos, sé que tenemos un tipo de relación, quiero que seas un poco más mía; quiero que todos sepan que tienes a alguien, y que ese alguien soy yo. Te quiero demasiado, más de lo que te imaginas. Demi, ¿te gustaría ser mi novia?- al finalizar, tomé un poco de aire, y mis mejillas se tornaron rosadas.
Me quedé observándola, impaciente, esperando a que me dijera algo. Pensaba en todas las estupideces posibles en este universo, estaba nervioso de que sus sentimientos por mí no fueran tan fuertes como los míos como para oficializar nuestra relación.
-¿De verdad me estás preguntando esto?- dijo finalmente. Se puso de pie, yo hice lo mismo, posicionó sus manos en mis costados, y se elevó parándose en puntillas, y besándome de forma tierna y breve -por supuesto que sí, Joe.- me abrazó, y yo a ella. Y ambos nos regalamos otra de esas sonrisas únicas que sólo existían entre nosotros dos.


El resto de nuestro paseo fue mucho mejor, podía abrazarla y besarla con más confianza de lo habitual. Le decía "novia" cada dos segundos, y cada vez que algún chico pasaba y se quedaba mirándola. Ella solo me sonreía, pero eso, para mí, era suficiente.


Habían pasado unos cuantos días, y aunque no había visto a Demi desde esa tarde en el centro comercial, aún no podía borrar la sonrisa de mi cara. Nos llamábamos cada dos segundos, o nos mandábamos mensajes de texto. Nos pusimos de acuerdo para juntarnos ese día, eran alrededor de las 10:00 de la mañana cuando llegó. Apenas la vi, la besé lo más que pude. Nos sentamos en el sillón acurrucados, cuando llegó mi hermano pequeño, Frankie. Saludó a Demi con entusiasmo, a mí, me ignoró, pero luego se colgó de mi cuello y besó torpemente mi mejilla. Vimos una película juntos, pero mi hermanito se puso en medio de los dos, por lo que lo único que podía hacer era mirarla, o tocar su espalda y su cabello.
-Chicos, a almorzar- dijo mi madre desde la cocina. 
Frankie se sentó a la derecha de mi novia, y yo a su izquierda. Estaba casi toda la familia, sólo faltaba Miley, que era como una hermana, en especial para mí.
-¿Quién quiere postre?- preguntó mi mamá, entusiasmada. "¡YO!", gritó mi hermanito, como era de suponerse.
-Yo- dije -pero... ¿puedo decirles algo antes?- pregunté, otra vez me ponía nervioso. Mi mamá me concedió la palabra, no sabía si esto era buena idea, pero necesitaba que todos lo supieran -es que, bueno, ya saben que Demi... bueno, lo que pasa es que- la miré y ella tenía ese brillo en sus ojos, lo que logró tranquilizarme, aunque sea un poco; todos estaban esperando a que yo hablara -Demi y yo estamos saliendo, como novios, Demi es mi novia- sonreí enormemente, estaba realmente feliz.
Todos nos felicitaron, excepto Frankie, que me trató de traidor por robarle a "su chica".
-Yo también tengo algo que decirles- mencionó Nick poniéndose de pie, tan serio como nunca lo había visto, y con una pizca de nostalgia en su mirada.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 23.

La abracé más fuerte, pero no con la misma seguridad de antes. Quería demostrarle a Trace que yo estaba con ella, pero no era tan fácil si él estaba acompañada de la chica con la que había terminado la noche anterior.
-Hola- dijo Brenda sonriendo, ésa alguna vez fue mi cosa favorita en el mundo, hasta que vi la de Demi, y todo se me olvidó. -Soy Brenda- se dirigió a Demi esta vez, aún sonriendo.
-Soy Demi- dijo ella repitiendo sus gestos, y ambas se saludaron con un beso en la mejilla.
Ninguno de los dos tenía ganas de hablar con Trace, y estábamos seguros de que él tampoco lo deseaba, por lo que nos despedimos y nos fuimos de ahí.
Llegamos hasta la barra y nos sentamos, Demi se reía histéricamente.
-¿Qué te pasa?- dije, pasmado.
-Lo siento, eso fue incómodo- me respondió nerviosa. Sí, incómodo y bastante, para ser franco. Pero el pensamiento que no dejaba de invadir mi mente, era si algún día, podría hacerle lo mismo que le hice a Brenda, a Dem. Tenía temor de olvidarme de su rostro, de su sonrisa. Pero no creía que fuese posible, ¿cómo podría?, aunque seguramente, me convencí de lo mismo... antes.
-Sí lo fue- traté de reír con ella.
Pedí tragos suaves para ambos, era verano, necesitábamos algo con que refrescarnos.
-Es la primera vez que pido un trago en una fiesta...- sonrió.
-Oh, ¿nunca antes has tomado algo?- pregunté con algo de preocupación.
-Sí he tomado, pero... no en fiestas, te dije- rió, le sonreí, era imposible no hacerlo.
-Entonces, no soy tan mala influencia- me acerqué al mismo tiempo que tomaba su mano.
-No, no tanto- dijo coqueta, nos acercamos, moví un mechón de su cabello que caía en su rostro y lo puse detrás de su oreja, tomé su barbilla, que me encantaba, y dejé que sus labios me sedujeran. Nos atraíamos mutuamente de una forma increíble, nuestras bocas se encontraban como si se hubiesen esperado toda la vida, y danzaban en su propio ritmo, con su única melodía de tenernos el uno al otro.


Fui al baño a "revisar" mi ropa, mi aliento, y mi cabello. Cuando volví, un chico estaba conversando con Demi, lo escuché pedirle que bailara con él, sabía que no era buena idea dejarla sola, era extremadamente atractiva para todos. De todos modos, era un niñito, comparado conmigo; vi cómo se iban hacia la pista, Demi alcanzó a verme y me sonrió.
Me senté en el mismo lugar de antes y me dediqué a observarla, aproveché de pedir algo de bebida. El chico no era algo para temer, estaba en la edad de presumir con los amigos "quién consigue lo mejor", un grupo de chicos de su edad estaban incrédulos de que Demi hubiese aceptado bailar con él, reí para mis adentros.
Dejé al chico disfrutar su momento, cuando ya me estaba aburriendo, decidí ir dónde ellos. 
-Hey, ¿me dejas a mí ahora?- le dije, me miró algo asustado.
-Sí claro- contestó fugaz alejándose de Demi.
-No te preocupes, no te haré daño- reí, el chico sonrió y fue dónde sus compinches. Observé a Demi y también reía.
La abracé, y nos quedamos bailando, otra vez, me tenía hipnotizado. ¿Cómo podía ser tan perfecta?. De pronto, una fuerte luz se encendió cerca de nosotros, nos separamos, y todas las personas en el recinto miramos a la misma dirección. Había una pequeña tarima que servía de escenario, y un proyector se prendía.
-Lo sentimos por interrumpir su diversión- dijo un muchacho a través del micrófono. -pero en el folleto decía que habrían sorpresas, y aquí estamos, ¿les gusta el karaoke?-.
Ya habían pasado unas tres personas a cantar. "¡Ella quiere!" dije, apuntando a Demi, no creí que me escucharan, pero lo hicieron.
-¡Bien! ¿Por qué no te acercas linda?- le dijo el animador.
-¿Qué? ¿Yo qué? No quiero...- balbuceó, pero igualmente, se movía hacia la tarima, bueno, yo iba dándole empujones, y la gente también. 
-Y bien, ¿cómo te llamas?- le preguntó.
-Demi...- dijo apenas, para acercar rápidamente el micrófono a su boca otra vez.
-Pues vamos, Demi, el escenario es todo tuyo- dejó a Demi sola en el escenario mientras la música comenzaba a sonar, y las letras se proyectaban en todas las pantallas del lugar.
Empezó a sonar "Teenage Dream", al principio ella se veía desorientada con todas las luces sobre su persona, pero de a poco se fue acostumbrando hasta que empezó a cantar. Y yo que pensaba que no podía ser más perfecta... ¿su voz? hermosa; nada más puedo decir.


-¿Por qué no me dijiste que cantas como un ángel?- le pregunté al ayudarla a bajar desde la tarima. Me sonrió radiante. Luego de Demi, sólo cantó una chica, pero no se podían comparar. Luego siguió la música, y la invité a bailar otra vez. El ambiente había tomado otro tono, ya estábamos más desenvueltos, bailábamos con más confianza.
-¿Sabes lo mucho que me molesta que todos los hombres de este lugar te estén mirando?- susurré en su oído. Ella rió.
-¿Y tú crees que es lindo ver como a todas se les cae la baba por ti?- respondió poniéndose más cerca de mí, sonriendo. Miré alrededor y, pude comprobar, que, además de todos los "machos" mirándola, habían varias chicas mirándome a mí, está de más decir que a mí sólo me interesaba ella.
-Pero yo soy tuyo y de nadie más- la acerqué a mí por la cintura, quedando nuestras narices chocando.
-Haz que lo sepan- me desafió. Sabía a lo que se refería. La apegué violentamente hacia mí y le planté un beso cómo nunca me atreví antes. Ella me correspondía de la misma forma, con la misma pasión y energía que yo le entregaba, fue uno de los mejores y más largos que he dado y recibido, si no fue el mejor.
-¿Crees que se hayan dado por enteradas?- le pregunté al separarnos, ambos con una respiración exagerada. Tomó mi cabeza con sus manos y me acercó otra vez a ella, me besó pero esta vez de una forma tierna y delicada, algo tan... ella. Sentía mil revoluciones por segundo y un cosquilleo enorme recorriendo mi cuerpo entero. 
Pero todo se apagó de repente. Sentí un fuerte golpe en la espalda, solté a Demi, si no lo hubiera hecho, ella cae conmigo al suelo. Me paré como un rayo y al hacerlo me encontré de frente con Trace, ¿debería sorprenderme?. Ni siquiera me di el tiempo de dirigirle la palabra, mi puño y su rostro tenían temas pendientes por lo que decidieron reencontrarse, pero no fue suficiente, esta vez él había caído, como soy tan buena persona, lo levanté yo mismo tirándolo de la polera, lo empujé, lo empujé hasta que ya no había más espacio, y le pegué otra vez. En un momento, me distraje, y él me devolvió el golpe, en plena boca, luego, otro en mi nariz. Sentía el sabor de toda la sangre en mi boca, lancé un escupitajo al suelo, que resultó en una gran mancha roja oscura, y esta vez, mi mano apuñada se dirigió a su cara con toda la fuerza que pude. Hasta a mí me dio algo de miedo cómo sonó.
-¡Joe!- gritó Demi y se puso frente a mí, con sus manos en mi pecho, me miró asustada y luego me abrazó. Acaricié su espalda. Todos me miraban, con razón; había causado un escándalo, varias personas se encontraban ahora aglomeradas junto a Trace, sinceramente, no me interesaba lo que pasaba con él. 
-Joe...- repitió Demi, escuché su voz adormilada; pero, no, era yo el medio dormido. Veía borroso, puso sus manos en mis mejillas, pero apenas pude sentirlas. Aunque su boca se movía, no podía escuchar su voz, no podía escuchar nada.
Alcancé a ver a un muchacho acercándose rápidamente a mí, me llevaron hasta un auto. Me sentaron y a mi lado estaba Demi, seguía lanzando palabras y yo seguía sin poder escuchar, ni ver, ni sentir bien. Lo último que recuerdo con nitidez, fue su rostro, y sus ojos que no despegaban su vista de mí.




sábado, 10 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 22.

-No puedo dormir así- reí, mostrando mi vestido.
-Siempre he pensado que la ropa interior de las mujeres es lo mismo que un bikini- sonrió Joseph, y luego me guiñó un ojo, le dirigí una mirada, como diciendo "¿en serio?"
-Yo también, pero... en este caso, necesitaría tu camisa- dije, el vestido que andaba trayendo no se veía bien con sostén, por lo tanto, tenía que dormir con algo más.
"Oh, entiendo", y soltó una leve carcajada. Después de un buen rato de una pelea fingida, ninguno de los dos decidió salir de la habitación. Era pequeña, de madera, con un cama de plaza y media, y uno que otro objeto para usar en verano. Varias fotos se lucían en la muralla.
-Bien, pero no mires- lo apunté con mi dedo índice, para eso estaba este dedito, ¿no?. Él sólo rió y dio media vuelta, tomó sus manos y enderezó su cabeza, parecía un soldadito. Sonreí a mí misma.
Empecé a sacarme el vestido y los accesorios que llevaba lo más rápido que pude. Quedé sólo con una pequeña pantaleta negra de encaje, cuando me di cuenta de que Joe aún no me pasaba su camisa.
-Hey, ¿no se te olvida algo?- pregunté. Él se volteó rápidamente, dejándome un mínimo de tiempo para esta vez yo darle la espalda, con mis brazos cruzados en mi pecho, cubriéndome.
-¿Qué?- pude suponer la sonrisa que se le había formado. -oh... hey, sexy- luego de un momento sentí su cuerpo tibio tocando mi espalda, puso sus manos en mis caderas, de uno de sus dedos colgaba su ahora arrugada prenda que yo necesitaba.
-Ya... no me mires- dije avergonzada, mi rostro adquirió un fuerte tono rosado, traté disimularlo.
Movió su cabeza y besó dulcemente toda mi mejilla derecha. Esto no ayudaba a disimular lo sonrojada que me encontraba. Reí y él se alejó, dándose la vuelta, otra vez. Agarré su camisa que él había dejado en mis manos y me la puse torpemente.
-Listo- me senté en la cama, y Joe me miró. Se me había olvidado algo, ahora que yo tenía su camisa, él lucía su torso desnudo. Puede que ya lo haya visto así, en la piscina, pero las situaciones eran distintas. Su cuerpo, sin ser perfecto, era admirable. Me dejaba con la boca abierta verlo así, y no lo pude disimular. Tomó la hebilla de su cinturón y lo desabrochó.
-¿Qué haces?- dije sorprendida, algo... nerviosa.
-¿Quieres que duerma con pantalones? ¿Con este calor?- me preguntó risueño. -Además, estaré contigo, no creo que pasemos frío- me dirigió una mirada llena de ternura. Reí, aunque creo que fue más por los nervios.
Fui al baño, no sé a qué, me miré un buen rato al espejo... no, ya no me sentía fea como antes. Él, sin quererlo, me estaba ayudando con uno de los problemas más graves que he sufrido mi vida entera.
Al regresar, abrí la puerta de la habitación, levanté la mirada, estaba Joe de espaldas, sólo con sus calcetines y sus boxers que se le apegaban a la piel. No sabía qué hacer, me subí en la cama y empecé a dar brincos, él me miró al instante.
-Hey, no hagas eso, mañana no quiero hacer la cama otra vez- rió acercándose.
"Oh", suspiré deteniéndome. Me posicioné al borde de la cama, y, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, él sujetó mi cintura, subiendo un poco la camisa, y yo apoyé mis manos en sus hombros.
Me elevó, con una facilidad como si yo fuera una pluma, mientras estaba en el aire movía mis pies alegremente, finalmente, pisé sobre los suyos en mis puntas.
Me abrazó fuerte, y yo a él. No pude evitar un bostezo al acomodarme en su pecho.
-Tienes sueño, bonita. ¿Quieres dormir?- preguntó de una manera tan dulce. Sólo asentí. Me levantó a un centímetro del suelo, y me llevó hasta la cama. Me dejó suavemente y se posicionó sobre mí. No dejaba de observarme.
-¿Qué?- reí, pero él seguía igual.
-Demi... te quiero, te quiero mucho.- dijo con un poco de dificultad, pero decidido. Y con una seriedad inmensa. No pude más que fundirme en esos ojos cafés, pardos, los veía de todos colores, sí, eran mis favoritos.
-Te quiero- repetí, nada más reflejaba lo que sentía. Lo atraje hacía mí desde el cuello, él sabía que su peso era mayor al mío, en un fácil movimiento quedé yo sobre él, si cualquier persona nos hubiera visto así, medio desnudos y apegados sobre la cama, hubiese pensado mal, pero el momento era hermoso. Con él todo era real, todo era sincero, y me parecía maravilloso sentir esto con alguien. Quería decirle mucho más que un "te quiero" pero no me sentía capaz, me sentía miedosa, ¿de qué? ¿decepcionarlo?, sí, porque lo había hecho muchas veces antes, con cada persona que conocía.
Ya estábamos bajo las sábanas, mirándonos fijamente, diciendo nada pero a la vez todo. Nos sonreíamos como idiotas todo el tiempo. Mis manos reposaban en las de él, jugaban y se enredaban. Nos dábamos breves besos, que al final terminaban en uno que duraba una eternidad, así, una y otra vez. En ese momento, sólo existíamos los dos, en algún lugar lejano, en nuestra propia estrella, en nuestro propio cielo, y nada parecía faltar, nada parecía fuera de lugar.

Habíamos pasado la noche riendo y acariciándonos, nos dormimos a eso de las 5:00 A.M., y tuve que despertarlo al mediodía, al fin descubrí alguien que duerme más que yo. Fui a comprarme un mini vestido, con dinero prestado de Joe; él lo mencionó "un regalo", pero se lo pagaría.
No quiso llevarme a mi casa, "Vamos, pasemos todo el día juntos, afuera", y lo hicimos. Comimos al aire libre en un restaurante, el día estaba hermoso, aunque a veces el calor no se soportaba. Paseamos por el centro, comiendo helados y tomados de la mano. Me encantaba ver cómo todas las chicas que pasaban lo miraban detenidamente, y yo podía sujetarlo más fuerte, abrazarlo, porque lo sentía mío.
Llegamos hasta la costanera, y nos sentamos un momento en un muelle, que, la verdad estaba solo de adorno. Los niños jugaban y corrían, familias enteras disfrutaban del sol.

Parecía que el tiempo corría al estar con Joe, había aceptado llevarme a casa, "debes ponerte linda para la fiesta a la que iremos".
-¿Otra más? ¿Tú crees que no me canso?- reí.
El verano había llegado definitivamente, me puse un short de jeans, y una polera blanca, no sentía necesidad de ponerme algo "muy bonito", porque me sentía de verdad bella.
Joseph también vestía una polera de color blanco, pero se puso pantalones largos, de jeans, oscuros. Le encantaba verse bien, puede que le guste la moda más que a mí. Cuando ya estuvimos listos nos fuimos, era muy cerca de la cabaña en que habíamos pasado la noche. Todo el camino al entrar tenía antorchas prendidas con velas dentro.
Joe me abrazó, pasando su brazo por mi espalda, yo me enredé en su cintura, el guardia nos abrió la puerta, y nos encontramos frente a frente con el villano de mi vida.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 21.

Nos separamos bruscamente, más bien, nos separaron, derramé mi vaso y el contenido en mis propios pies.
-Joe- mi hermano me miraba entre enojado y consternado.
-¿Qué quieres?- dije riendo. Estaba un poco afectado por el alcohol, no mucho, pero estaba en la etapa  "feliz".
-Joe, Demi te vio- seguí riendo, no sé cómo no me pegó un combo en pleno rostro. En vez de eso, sólo me plantó una cachetada.
-¡DEMI TE VIO, IMBÉCIL!- al parecer el golpe sí sirvió de algo. Aunque tardé un poco en reaccionar, por lo menos lo hice, no estaba tan mal como pensaba. ¡¿AH?! No, no podía haberme visto... ¿para qué me engañaba a mí mismo?. Claro que sí, cualquier persona pudo haberlo hecho, soy un imbécil, tal como Nick había dicho. ¿Por qué rayos hacia esto?, tenía un debate en mi mente, mi hermano me miraba esperando, ansioso, una reacción o respuesta de mi parte.
Hice un amague de salir corriendo, la barrera que me impuso en frente me detuvo.
-Joseph, antes debes aclarar todo con Brenda- Hice un sonido con mi lengua en señal de frustración.
-Pero, Nick, Demi se fue, tal vez a dónde, ¿y si le pasa algo? ¿Cómo mierda voy a saber dónde está?- reclamé.
-Sólo tenemos que buscarla, pero ¡ANDA, JOSEPH!. Mientras más rápido soluciones las cosas, mejor- me miró desafiante. 
La busqué por todo el lugar, estaba en la terraza... con Trace. Apenas llegué dónde estaban ella se puso de pie. "¿Puedo hablar contigo?" le pregunté, nervioso.


-No te preocupes, Joe. Ya me di cuenta... de que tus sentimientos no corresponden a los míos, deberíamos seguir adelante- fue cómo culminó nuestra fugaz conversación.
-Gracias- besé su mejilla y me fui corriendo, no por cobarde; debía encontrar a Demi. Y otra vez, la odisea de buscar por todo el lugar, ¿por qué rayos era tan grande?.


Si no me equivocaba, era mi última opción. Abrí la puerta del baño de manera exagerada, ignorando completamente el cartel con un vestido tallado que colgaba desde un clavo. Mis primas se maquillaban, atentas a su reflejo en el espejo que ocupaba todo el ancho de la pared, por sobre los lavabos.
-¿Qué haces aquí?- me miró una de ellas extrañada.
-¡Demi!- grité, buscándola con la voz; ignorando a mis familiares por completo, de todas maneras, nunca habían sido muy agradables.
De todos los compartimientos del baño había uno sólo con la puerta cerrada, se asomaban unos tacos altísimos, con brillos encima.
-Sal de ahí, por favor- dije golpeando la puerta con mi palma. Ninguna respuesta -¡Demi, por favor! Necesito hablar contigo- supliqué.
-¿Qué demonios haces, Joseph?- preguntó otra de mis primas. Ni siquiera me tomé el tiempo de hacerle caso, o de escucharla.
-¡DEMI!- exclamé apoyando mi estómago en la puerta, con mis brazos arriba, parecía un verdadero idiota, no importaba. Seguí golpeando con mis puños, insistiendo.
El pestillo se abrió en cuestión de segundos, y Demi salió violentamente, tratando de esquivarme.
-Demi, Demi escúchame- la tomé de ambos brazos posicionándola por delante mío.
-¿Qué? ¿Ya te aburriste de tu amiguita esa? ¿Ya tuvieron relaciones y ahora vienes conmigo?- respondió, nunca pensé que diría algo así.
-Demi, por favor- dije -habla más despacio, ellas son mis primas- le susurré agachando mi cabeza.
-¿O sea que es verdad? Eres un tonto, además, ¡no importa quiénes sean ellas! ¡No me importaría ni que la reina estuviese aquí!- chilló.
-Yo estaba saliendo con Brenda, pero cuando- "¡¿TERMINASTE CON BRENDA?!", exclamó una de mis parientes... -pero cuando llegaste, Demi- clavé mi mirada en la de ella, seguía observándome con un mal fingido "odio", pero, sin duda, estaba enojada -cuando llegaste todo cambió, no sé qué me hiciste, pero sólo podía pensar en ti, no podía ni dormir tranquilo. Fui un idiota al no terminar con Brenda inmediatamente, pero sólo me importabas tú- cada vez iba aumentando el volumen de mi voz, ya daba lo mismo quién escuchaba -me importas tú- reparé.
Solté un suspiro, ella seguía mirándome.
-¿Quieres decir que fui "la otra?"- enfatizó -Me utilizaste, Joseph, no entiendo cómo...-
Ya no podía más con esto, la acerqué a mí, y la besé apasionadamente. Se resistía y me golpeaba como podía, pero yo tenía más fuerza que ella. Ubiqué mis manos en sus caderas, y fui dedicándome más a sus labios. Sentía un ardor recorrer todo mi cuerpo, un ardor agradable, dulce, satisfactorio. Por mucho que me gustaba esa sensación me separé de ella.
-Cállate- le dije con mis ojos aún cerrados. Ya estábamos solos en el baño a ese instante.
-¿Y tú crees que puedes venir a besarme y todo terminará bien?- protestó. Pero yo bien sabía los estremecimientos que tenía cada vez que le daba un beso. La abracé fuerte, tanto, que podía sentir sus... "boobies" contra mi pecho.
-Si tan sólo me escucharas- dije, me agaché para tomar sus piernas con una de mis manos, con la otra su cintura. la cargué como lo hacen los típicos recién casados en las películas. Como era suponerse, ella seguía reclamando, la saqué de ahí, pasamos desapercibidos por el salón. Y la saqué del lugar del evento, también.
La llevé hasta las cabañas que estaban justo al lado, eran de nuestra familia, veníamos a quedarnos todos los veranos. Al llegar, Demi ya estaba riendo en vez de estar gritándome.
Entramos, subimos al segundo piso, a "mi pieza", y la bajé cuidadosamente, ella aún reía, la observé hasta que se detuvo.
-Me encantas, Demi- le dije, para fundirnos otra vez en un apasionado beso, esta vez los dos lo queríamos, introduje mi lengua en su boca, y la junté con la de ella, se enredaban y chocaban como en una furiosa pelea. Nos separamos, nuestras respiraciones estaban agitadas, y mi corazón iba a cien mil por hora. -¿Me dejarías explicarte todo?- supliqué una última vez.


-¿Podrías perdonarme? Sé que fui un imbécil- dije, después de haberle contado todo.
-Fuiste un imbécil conmigo y con Brenda, Joseph. ¿Por qué no terminaste con ella antes?- me miró con ojitos de cachorro. Cada vez que hacía eso me daban unas ganas increíbles de abrazarla y no soltarla nunca más.
-Ya te dije por qué, creí que si dejaba de llamarla ella entendería- me acomodé un poco en la cama, estábamos sentados frente a frente.
-Las mujeres no somos así...- se quedó observándome, estaba por decir algo, pero ella siguió -pero bien, no es mi problema- sonrió tímida -entonces, llegamos a la conclusión que...- dijo esperando a que yo terminara la oración.
-La conclusión es que te quiero sólo a ti, la conclusión es que debo confesarte, que cada vez que te veo mi corazón da un brinco, mi frente empieza a sudar, mi respiración es diferente, mi cuerpo se estremece, y no puedo despegar mis ojos, ni mi mente, de ti, contigo soy distinto, contigo soy una mejor versión de mí, porque eres diferente a todas las chicas con las que he estado, tú me das confianza, tú me vuelves loco.- respiré profundo para recuperar el aliento, me sentía avergonzado de todo lo que había hecho, respecto a ella y Brenda. -¿Podrías perdonarme, por favor?- subí mi mirada para quedarme en sus ojos otra vez, me observaba desconcertada, preocupada, como si algo me hubiera pasado y ella estuviese en shock. Pero su mirar se fue suavizando, de a poco, me expresaba una ternura extraordinaria.
Se hincó, acercándose a mí, sus manos fueron dulcemente hacia mi cuello, y sus labios quedaron tan cerca de los míos que podía sentir una tensión que no puedo explicar.
-Yo no soy quién para perdonar- dijo, con cada palabra que pronunciaba, sus labios rozaban con los míos, me estaba provocando involuntariamente -pero, te confieso que, a mí me pasa exactamente lo mismo, y yo también, quiero estar sólo contigo.-
Nuestra distancia se esfumó en todo el cuerpo, al besarme, hizo que me inclinara hacia atrás, quedando recostado, pero con mi cabeza en la almohada. Su cuerpo estaba sobre el mío, me acariciaba la nuca con sus frágiles dedos. Yo no sabía qué parte de su cuerpo tocar, no era consciente de lo que hacía, tampoco. Pasaba mis manos por toda su espalda y costillas, estoy segura de que en más de alguna ocasión debí haberle acariciado el trasero, o un poco más arriba de las costillas, en su escote, pero mi cuerpo actuaba por sí sólo. 
Ahora, esos besos, nuestros besos, eran apasionados, dedicados, nuestra confianza aumentaba, y nuestro cariño también. Su aroma me impregnaba entero, su delicadeza me invadía por completo, y su imagen cada vez se hacía más espacio en mi mente, y en mi corazón. ¿De verdad me estaba enamorando de esta chica?, no lo sé, si fuera así, no me molestaría... no, para nada.



jueves, 1 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 2O.

-¿Y vas a ir conmigo?- preguntó Joseph dándome a probar un pedazo de chocolate.
-¿A dónde?- tenía ganas de decirle "Iría contigo a todas partes", pero no, no era momento de ser cursi.
-Al cumpleaños de mi mami- puso una mirada de cachorro e hizo pucheros. -será como una cita, te invito, como mi cita- sonrió y buscó mi mano.
Sonreí instantáneamente. Como siempre, la sonrisa era más grande que mi rostro, pero no me importaba, y, además, no podía controlarlo.
-¿Puedo tomarlo como un sí?- cuestionó acercándose, con sus labios curvados en forma de sonrisa y sus cejas elevadas.
-Pero primero debes ir a dejarme a mi casa para que me cambie- sonreí coqueta. Cada minuto que estaba con él, me sentía más segura de mí misma. A veces hasta llegaba a pensar que era bonita.
-Por supuesto, hermosa- tomó mi barbilla y besó la punta de mi nariz.

Miley ya estaba en casa cuando yo llegué, Joseph me convenció de irme con su ropa, fue algo extraño, todos en casa me vieron; incluyendo a Trace y a Billy. Apenas entré a mi pieza, mi amiga empezó a hacerme un interrogatorio intensivo.
Aprovechamos de arreglarnos juntas, no sin antes bañarme, por supuesto. Nos ayudamos a elegir nuestros vestidos para la fiesta de Denise, y nos peinamos y maquillamos entre nosotras. El resultado nos dejó bastante satisfechas, aunque, de cualquier forma, Miley siempre se veía increíble. Esta vez vestía un largo vestido celeste y negro, lo acompañaba con un hermoso juego de collar y aros. Se peinó con un tomate prolijo. Sí, se veía increíble.
Yo elegí un ajustado vestido corto, en tonos grises y plomos metálicos, con brillitos. Llevaba el cabello suelto y ondulado.
-Wow, ¿y ese escote tan generoso?- exclamó Miley cuando me di vuelta para lucir mi vestido.
Reí, "Tú misma me ayudaste a elegirlo", respondí.
-Lo sé- dijo sonriendo -te ves hermosa, te ves sexy. Me imagino la cara que pondrá Joe cuando te vea- rió molestándome, yo sonreí tímida y me sonrojé. Yo también me preguntaba qué pensaría.

Los últimos detalles y listo. Escuché un auto fuera de la casa, miré discretamente por la ventana esperando ver esa hummer negra. Pero en vez de eso, vi un Mustang del mismo color. "Es el auto de Nick" dijo Miley. Se abrió la puerta y bajó Joe, mi respiración se detuvo un momento. Se dirigía hacia la puerta de entrada, pude notar que vestía una chaqueta negra. Siguió con su particular forma de caminar.
-Yo voy primero- dijo Miley haciéndome a un lado y saliendo precipitadamente. Tocaron el timbre, escuché la puerta abrirse pero cerrarse al instante. Miré otra vez por la ventana y observé a mi mejor amiga abrazando a su novio que acababa de salir del auto. Tocaron el timbre otra vez, ¿me tocaba ir?. Por supuesto que sí.
Tiré del pomo de la puerta para abrirla, y exhibí mi mejor sonrisa. Joe miraba al suelo, sus zapatos, inquietos, mordiéndose el labio, percibió mi presencia y sus ojos subieron recorriendo mi cuerpo hasta mis ojos. "Wow"dijo como anonadado desde un peldaño más abajo. "Hey", respondí sonriendo, me acerqué a besarlo, entonces me di cuenta de que los chicos estaban muy cerca de nosotros, y podían estar viéndonos en ese mismo instante, pero ya estaba muy encima de él, y él sujetaba mi espalda, por lo que junté mis labios con los suyos sólo un pequeño instante.
-Te ves... hermosa- reímos. Ya en el auto, Nicholas conducía, Miley a su lado. Joe y yo íbamos en el asiento trasero, estaba oscureciendo, las luces de la ciudad estaban en su esplendor. El camino era todo por la costanera, ya que el establecimiento en que se realizaría el evento quedaba en la playa. Las sombras de las palmeras pasaban fugaces. Admiraba el paisaje, y él pasó su brazo por mi cuello, abrazándome, y dejó su mano en mi brazo. Sentía esos cosquilleos, otra vez, esas "mariposas" que dicen que empiezan cuando estás enamorado.

Habrían unas 250 personas adentro, fui a felicitar a Denise, y dejé mi regalo en el montón. Nos quedamos conversando con algunos amigos y primos de los chicos. En el sector dónde estábamos "los jóvenes", pero al lado de nosotros había un gran grupo de chicas, "son mis primas", me susurró Joe, al notar que las observaba. Nos examinaban a mí, y al resto de chicas que estábamos con los hombres con una mirada despreciativa, me sentí expuesta.
A medida de que pasaba el tiempo, Joseph se alejaba más de mí. Se iba con sus amigos y tomaban cerveza, o los acompañaba afuera a fumar, claro que él no lo hacía.
A eso de medianoche, un poco antes, cantamos el cumpleaños feliz a Denise, luego empezó la fiesta de verdad. Me quedé sentada sola en un sillón, cuando todos a mi alrededor conversaban y reían. Garbo se me acercó, "Ven, bailemos", acepté su invitación con una tímida curva en mis labios.
Aunque era extremadamente atractivo, no podía conciliar ningún otro sentimiento más que amistad. ¿Qué rayos estaba pensando? ¿por qué se me vino la idea a la cabeza?, pero tenía que sacar a Joe de ahí de alguna forma, me encantaba pensar en él, pero era algo que ya no podía controlar.
Luego de Greg, muchos chicos se turnaron para bailar conmigo, me divertí y reí mucho, eran todos encantadores.
Regresé al punto en dónde estaban todos los de mi edad, estaba lo bastante lejos pero inmediatamente pude notar algo, "especial"... Joe se encontraba apoyado en el sillón, sus amigos formaban un semi-círculo junto a él, todos con un vaso en la mano, pero, había algo más. Una chica de cabello ondulado y muy largo lo abrazaba fuertemente, sus estómagos apegados, ella besaba su cuelo y mejilla, luego le susurró algo al oído, acariciando el cabello de su nuca.
"Qué rayos", pensé. Agradecí que nadie notó la expresión en mi rostro en ese instante. Me sentí usada, humillada. Seguramente yo era un juego para él y todo el resto de sus estúpidos amigos. Seguramente Greg me había sacado de ahí para que no lo estorbe. La furia me llenó hasta la cabeza. Pero luego, no pude evitar sentir cómo mi corazón se caía en mil pedacitos, de nuevo. Una punzada me atravesaba el pecho, no podía creer la manera en que me había utilizado. No pensé en nada y me fui a paso rápido, ya no quería saber nada más.