domingo, 25 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 27.

-No sé si estoy lista para esto- no pude decir nada más. Me observó por algunos segundos y luego se salió de encima mío, quedando a mi lado en la cama, me puse de pie -¿me la prestas?- pregunté tomando su polera aún tibia entre mis dedos, él asintió.
Entre al baño de su habitación, me puse su polera; me lavé la cara, y me peiné un tomate; wow, qué día. Necesitaba algo de tiempo para procesar todo esto, por fin me había a atrevido a confesarle que lo amo, mi felicidad aumentó un millón de veces al saber que él sentía lo mismo por mí. Y esto, lo de hace un momento, lo estaba disfrutando mucho, pero me sentía confundida como para seguir.
Al salir del baño, el estaba sentado a la orilla del colchón, abotonándose una camisa blanca, cabizbajo. Pude notar lo frustrado que estaba, me sentía muy culpable. Me acerqué y me senté lentamente sobre sus piernas, él lanzó un pequeño gemido, pude sentir que su excitación seguía tal como antes, lo que me hizo sentir aún más culpa.
-Lo siento- murmuré.
-No te disculpes, Dem. Te entiendo, y siempre voy a respetar tus decisiones- levantó su cara, viéndome con esos hermosos ojos, de un color único, un color que iba desde un encendido naranjo hasta un negro profundo.
-Pero...- dije en un balbuceo idiota.
-Shh. No digas nada más- me abrazó fuerte y besó mi cabeza.
Nos quedamos varios minutos acariciándonos; de pronto el timbre sonó y ambos nos sobresaltamos. Me puse de pie, le sonreí y él bajó para abrir la puerta, yo fui unos cuántos pasos tras él. Me quedé en el último escalón, examinando su manera de caminar, se veía tan... sexy, con la camisa suelta y sus bóxers de tela que le ajustaban un poco. Sonreí a mí misma mientras él abría la puerta
-Estuve esperando tu llamada- escuché decir a una voz femenina. Entró una esbelta chica, alta, vestía un corto vestido, blanco y negro, aburrido. Apoyó una de sus flacas manos en el hombro de mi novio.
-Ashley, ella es mi novia, Demi- la interrumpió Joe, señalándome. Ella se dio vuelta a mirarme, me dio una mirada llena de repulsión, luego se acercó a mí, y me sonrió de forma burlona.
-Hola- dijo como quién le habla a un bebé -¿cómo te llamas, linda?- acarició mis mejillas -qué tierna es tu novia- le dijo a Joe. Él me miraba preocupado. Pero supongo que yo lo estaba más que él; si me ponía a pensar ahora, ella es la clase de mujer con la que esperarías ver a Joseph, alguien que de verdad sea digna de él. Yo era tan solo una adolescente con problemas de autoestima. Me preguntaba cómo nos veríamos, y qué pensarían los demás de nosotros.
A las espaldas de "Ashley", mi novio me estiraba su brazo, tendiéndome la mano. Pasé groseramente al lado de ella, sin haberle dicho ni una sola palabra, y tomé la mano de Joe.
Lo ayudé a ordenar la habitación de arriba, y llevamos los platos hasta la cocina para lavarlos. Yo les pasaba una esponja con espuma, y Joseph los iba secando. Cuando él se distrajo aproveché de echarle unas gotitas de agua en su espalda, por entre su piel y su camisa. Se volteó ágilmente con su boca en forma de "o". Yo me reí y él me dedicó una tierna mirada. Estiró el paño con el que secaba la loza, y lo enredó en mi cintura, me atraía hacia él, yo ni siquiera me rehusé.

Todo esto estaba pasando por una razón, el deseo que ahora surgía entre ambos no era solamente por algo físico, era algo psicológico; ambos suponíamos que existía ese amor, ahora que lo habíamos aceptado, nos dejábamos llevar por las acciones del amor, de sentirse querido por el otro.
Al mismo tiempo, sentía miedo. Supuestamente, la intuición de las mujeres nunca falla; bueno, esta vez, sentía que algo iba a pasar, que debía disfrutar este tiempo, que ya se estaba acabando. No quería que esto tuviera un final, no tan pronto. Siempre quise encontrar a ése príncipe azul, y poder vivir feliz para siempre. Tal vez ya lo había encontrado. Pero algo en mi interior insistía en que esto no iba a estar bien.
Después de ordenar volvimos a su dormitorio, nos sentamos en la cama, frente a frente.
-Joe... ¿eres virgen?- pregunté interrumpiendo un silencio angelical. Fui tan directa que hasta a mí me incomodó un poco. Él se quedó observándome, hasta que me respondió.
-No.- sentenció -¿tú lo eres?- preguntó él esta vez.
-Sí- le respondí cabizbaja con una fingida sonrisa -esa chica... Camilla, fue con ella, ¿no es verdad?- seguí.
-Sí- su tono era duro, pero no molesto, como si el tema le afectara mucho -fue hace un par de años, y considerando el nivel de madurez que tenemos los hombres... yo era un adolescente obsesionado. Aunque, ahora pienso que cada persona madura de acuerdo a su realidad.- me dirigió una mirada que reflejaba todo lo que me estaba contando.
Logré asentir con mi cabeza, quería que me siguiera contando.
-Yo juraba estar enamorado, estaba cegado por el velo invisible de un amor inexistente. Yo no me sentía listo, no estaba preparado para tener relaciones sexuales, sentía que debía esperar-
Cualquier hombre se enojaría cuando su novia no quiere tener sexo con él, pero esa noche, Joe me respetó de manera tan comprensiva; ahora entendía de que él tuvo la misma inseguridad, pero con finales distintos.
-Ella me puso entre la espada y la pared, después de haberme utilizado de todas las formas que pudo... Demi, tal vez no lo sepas, pero a nosotros, nunca nos ha faltado el dinero.-
No lo sabía, pero había logrado darme cuenta.
-Después de usarme como quiso, logró lo que desde un principio me estaba exigiendo, lo que, según ella, un hombre maduro no dudaría en hacer con su novia. Tuvimos relaciones, y a pesar de haber logrado el orgasmo, no lo disfruté a pleno, ella me estaba obligando, me estaba exigiendo. A los dos días me dejó, por teléfono; y al día siguiente ya estaba con otro. El rumor se esparció de manera monumental, todos hablaban de que el hijo de un pastor evangélico estaba teniendo sexo con una mujer mayor. Hasta mi familia se enteró de todo con lujo de detalles, tuve que hablar con mi mamá, lloré en su hombro, era la primera vez que me tocaba a mí tener el corazón roto.- me miró otra vez y pude darme cuenta de que tenía los ojos cristalizados.
-Lo siento- se me ocurrió decir. Él negó con la cabeza.
-Sólo fue culpa mía. Ya olvidé a Camilla, pero al recordar tan sólo el dolor que me causó... éso es lo que en verdad duele. Ahora quiero olvidar todo, y comenzar de nuevo; es lo que estoy intentando, Demi, y tú me ayudas; gracias por haberme escuchado. Gracias por ser como eres- y me abrazó.
Pude sentir lo mucho que él necesitaba ese abrazo, pude sentir que en verdad me necesitaba.
-Te amo- le susurré confidente. Él me abrazó aún más fuerte, se acomodó en mi pecho, sentía mi corazón retumbar, y él podía escuchar mis latidos. Él podía sentirme.
Él era el único capaz de hacerme amar.

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