sábado, 27 de agosto de 2011

Enchanted ~ 19.

-¡DESPIERTAAAAA!- gritó Miley a un milímetro de mi oído. Me estremecí entera, al parecer me vi bastante graciosa, por la energía con que reía.
Era muy difícil hacerme enojar, pero con mi sueño nadie se metía. Fruncí el ceño, e hice una mueca con mi boca.  Le tiré un cojín en pleno rostro y volví a cobijarme entre las sábanas, abrazando a mi osito de peluche con el que siempre dormía.
-Lo siento- dijo con una huella de risa en su tono de voz. Me abrazó por encima de las frazadas. Y empezó a hacerme cosquillas. Esto era lo malo de que me conociera tan bien.
Traté de aguantarme y no sentir el cosquilleo, pero era inevitable. Reí frenéticamente, y ella conmigo. Me movía como endemoniada sobre la cama, y pegué una patada casual en el estómago de Miley.
-¡Oh! Lo siento- dije sentándome para ver si estaba bien. Pero ambas seguíamos riendo, claro, como si eso nos fuera muy dificultoso.
-¿Lista para hoy?- sonrió.
-¿Por qué? ¿Qué pasa hoy?- respondí sentándome.
-No, lo siento, es mañana- siguió entusiasmada. Aún no sabía a lo que se refería -El cumpleaños de Denise- dijo en un tono de interrogación.
-Claro- terminé indiferente. No quería explicarle que a mí aún no me decían nada, ni siquiera estaba invitada. Pero eso no cambiaba nada.
Ahora empezaba a entender, ¿por qué Joe no me dijo nada?. No me había llamado en los últimos días, luego de que fuimos a pasar un día con mi padre. Seguramente pensó que le mentí sobre él. Pero nunca lo hice, sólo me guardé la verdad por un tiempo.
Lo único que entraba en mi mente, era que me estaba evitando. No me extrañaría. Las palabras de Trace se me quedaron pegadas en la mente, nadie querría estar conmigo. No, ni siquiera él. Después de todo lo que pasamos, ahora me odiaba, y no entendía por qué. Cuando tuve mi romance con él, me sentía grande, fue la manera con que me aseguré de que ya me había convertido en una adolescente de verdad. ¿Y ahora?, esos buenos recuerdos se dilataban por su repentino matonaje hacia mí.

Justamente quién nos recibió fue Joseph. Cómo Miley iba delante, la saludó con un abrazo. Esperó a que entrara, y me miró directamente a los ojos. Dios, no podía estar enojada con él. Esos ojos que tenía, podrían convencer a cualquiera de tirarse desde el monte Everest. Y su sonrisa. Sabía que si lo seguía mirando mi mente quedaría en el absoluto vacío, dirigí mi mirada hacia sus pies. Eran las mismas zapatillas que tenía el día en que nos conocimos.
-Hola- dijo con su mano en el marco de la puerta, y acercándose con una seducción de la que él no se daba cuenta -¿Cómo has estado, hermosa?- intentó darme un beso, pero no me moví, y terminó besando mi frente. -Bien- suspiró. Seguramente sí estaba tratando de evitarme, o sino, estoy segura de que me hubiera preguntado cuál era el problema.
Intenté sentarme junto a él en la merienda, eligió el lugar frente a mí. Nick se quedó a mi lado. Estuvimos riendo todo ese rato, mientras su hermano conversaba con Miley.
Al final, Nick y Miles fueron al jardín a estar solos... y yo me quedé con Joe. ¿Por qué me sentía incómoda? ¿Sería porque sentía también su incomodidad?
-Demi- dijo en su desolado puesto en el comedor, la escena era triste. Una mesa enorme, y los dos sentados al medio, uno frente a otro. Yo sólo jugaba con mi comida.
Se escuchó un ruido algo mecánico y él miró su celular, dudó un segundo, cortó la llamada y guardó el aparato en su bolsillo. Se veía abrumado, cansado.
Ya no podía seguir más con esto de mi falso enojo, que más bien era tristeza. En algún momento caería ante sus encantos, pero ahora debía estar con él, algo le pasaba.
Me puse de pie y me senté en la silla que estaba a su costado.
-No sé cómo no te caes con esos tacones- dijo tratando de parecer divertido. Sonreí.
-¿Podrías decirme qué te pasa?- traté de no ofenderlo, puse uno de mis tonos de voz más dulces.
-Nada, Demi. Estoy bien. -fingió- no me pasa nada.- Se levantó y fue al baño.
¿Qué podía hacer?. No quería insistir más, ¿todo se estaba derribando tan rápido? ¿Era esto lo que "siempre hacía Joe", a lo que se referían todos?. Algo me decía que no. Pero estaba segura de que algo no andaba bien. ¿Era mi culpa?, sí. El problema era descubrir qué había hecho que lo molestó tanto.
¿Por qué nada me salía bien?. Cuando le gustaba a algún chico, solía salir corriendo. Pero, cuando a mí me interesaba alguien, me quedaba hasta echarlo a perder. Sí, había sucedido varias veces.
Mi primer noviazgo oficial iba tan bien que empecé a ser caprichosa como nunca antes en mi vida, Cameron me llamó una "niñita consentida" cuando terminamos. Era obvio que se aburriría de mí, con unos cuantos años más que yo.
Pero antes de él, había estado Trace. Pensé que todavía teníamos un lazo que nos unía, pero se rompió al llegar acá.
Y ahora, Joe. Nuestra relación consistía en coqueteos y besitos a escondidas. ¿Me estaba usando?. Aunque  no quería ser tan dramática, ya que todos se alejaban de mí por esa razón.

Fui hasta su habitación y me recosté en el sillón azul. Quería un lugar para estar sola, sería muy descortés irme, por lo que se me ocurrió este lugar. Sí, la pieza de Joseph. Me tapé con una frazada que estaba ahí mismo, no sé por qué del calor que había. Mi mente se retorcía entera, pensando en todo en lo que alguna vez me equivoqué., y tratando de averiguar cuál había sido mi error esta vez. ¿Por qué después de terminar con alguna persona sólo recuerdas los malos momentos, si cuando estás con ellos todo lo que ves es un mundo color de rosa?, el amor es como un gran sueño, en el que tratas de correr lo más rápido, hasta caer en  un precipicio, entonces despiertas. Y despiertas solo.
Pero yo no tengo una relación clara con Joe, ni siquiera podemos terminar, y no tengo recuerdos malos junto a él, me quedé en blanco hasta quedarme dormida.

Sentí una presencia cerca mío, una respiración resonante entre el sepulcral silencio. Estaba totalmente despierta, pero mantuve mis ojos cerrados. Una mano acariciaba mi cabello y las facciones de mi cara, rozaba tan suavemente mi piel, que lo sentía como una pluma. Sus labios dejaron un beso en mi mejilla, conocía estos labios.
Abrí mis ojos lentamente, "Joe" susurré. Él se sobresaltó y se alejó rápidamente de mí.
-Lo siento- dijo sentado en el suelo.
-¿Me vas a decir que es lo que te pasa?- reclamé sentándome.
Cerró sus ojos por un buen rato, como en forma de frustración.
-¡No!- exclamó finalmente, abriendo sus ojos otra vez. -Porque no me pasa nada- dijo con voz cansada. Me levanté para arrojarme sobre él, quedamos los dos en el suelo, el abajo de mí. Lo abracé, y el amarró mi cintura con sus brazos.
Nos acercamos tanto que mi nariz chocaba en su mejilla, y nuestros labios estaban a centímetros de distancia.
-Sólo por curiosidad, ¿es que te encanta volverme loco?- dijo, dudé que fuese en broma.
No dije nada, el silencio y la oscuridad de la medianoche se encargaron de hablar por mí, aunque intenté de decir algo, se suprimió en un segundo. Era él el que me tenía vuelta loca, sacó sus manos de mi cintura, para poner una de ellas en mi rostro, se movió hacia el lado, causando mi propio cambio de posición, también.
Su boca buscó la mía, y la mía también la de él. Hasta que se encontraron, hasta que nos encontramos. Su aliento estaba frío, al igual que su cuerpo. Fue lo único que logré memorizar en ese momento, además de todo lo que sentí. De nuevo, mi mente quedaba en blanco, me pasaba tan a menudo, temía que me estuviese convirtiendo en una estúpida.
Pero con Joseph, me sentía tan bien, todos los pensamientos y preocupaciones que tenía respecto a él desaparecían. Y sólo quedábamos los dos, me pregunto si él se sentía igual.

Sentimos pasos en el pasillo, estaba amaneciendo. No, ya había amanecido. Nos habíamos pasado toda la noche jugando videojuegos. Joe puso el juego en pausa y nos quedamos quietos y en silencio. La persona se había dirigido al baño, nos miramos y tratamos de aguantarnos esa risa que proviene de repente, de la nada.
-Es muy tardé- dije en voz baja, riendo.
-No, es muy temprano- contestó Joseph imitando mis gestos faciales.
Por decirlo de una forma, estallé de la risa. No tenía nada de sueño, y al parecer él tampoco.
-¿Quieres algo de comer?- sonrió.
-La verdad es que no- dije mirando las dos cajas vacías de pizza que había en el suelo. Esa noche había sido espectacular, y lo seguía siendo. Ambos reímos todavía más. -Pero, si quieres, podemos ir a comprar algo liviano para el estómago- sonreí.
-Sí- me respondió con sus hermosos ojos posados en los míos.
Fuimos a comprar unos cuántos panecillos y dulces y nos quedamos todo el día en pijama. No sé por qué estábamos en pijamas, si apenas nos los pusimos nos levantamos a jugar. Bueno, mi pijama era una polera de él y sus bóxers. La cosa es que nos quedamos todo el día así, en su habitación, sólo nosotros dos, disfrutando el uno del otro.



1 comentario:

  1. i can't even krejgerkgjerkgjk graaaaacias por avisarme que subiste <3.
    cuídate. excelente capítulo.

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