sábado, 8 de octubre de 2011

Enchanted ~ 30 (último capítulo).

Antes de que empiecen a leer este capítulo... quería agradecerles mucho, por todo. Empecé esta novela, porque necesitaba algo con qué desahogarme, descubrí que escribir me ayuda mucho; y al saber, al notar que ustedes la reciben tan bien, me hacen sentir mucho mejor.
Cada vez que tengo algún sentimiento fuerte, sea bueno o malo, me alegra poder construir uno de estos capítulos, sólo con mis sentimientos. Además, necesitaba algo dónde plasmar todas las ideas sobre esta pareja que es mi favorita.
Bueno, este ya es el capítulo número 30... wow. Bueno, ¿saben qué?, a pesar de todo, de todos estos capítulos, aún no he podido publicar todas mis ideas, por eso, quería ofrecerles algo.
Si ustedes me ayudan a que más personas lean esta novela, porque no creo que hayan tan pocos Jemi fans, escribiré más capítulos; sólo si me ayudan. No planeo una segunda temporada, unos cuantos capítulos más, para que sepan lo que pasa después. A no ser de que queden conformes con este final :)
Bueno, disfruten el capítulo, gracias por darme esta linda experiencia, y ¡nunca dejen de creer en Jemi!.

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Desperté. Miré al blanco techo de mi habitación, qué sueño tan extraño. Hoy la llamaría, y ella me diría que quería pasar este día conmigo, que me amaba. Me puse de lado... y sentí la humedad impregnada en mi almohada, delatando mis lágrimas infinitas que habían corrido hasta la madrugada. Esto no podía ser cierto, no. Mis latidos se aceleraron, y mis ojos empezaban a mojarse. "No, no, no", murmuraba repetidas veces. ¿De verdad pude ser tan torpe?, ¿de verdad arruiné todo?. Necesitaba a alguien que me dijera que todo estaría bien, como antes. 
Bajé hasta la cocina, las empleadas limpiaban el desastre que habíamos dejado. Pasé por la suave alfombra, entré y saqué una manzana de la gran fuente de frutas. La lavé, apenas le di un mordisco ya no quería más; me sentía pésimo. Volví a mi habitación, no sabía qué hacer, no tenía ganas de hacer nada.
Marqué en mi celular el número de la primera persona que se me vino a la cabeza, mi consejero, mi mejor amigo, y al mismo tiempo, mi hermano.
-Nick- pude apenas decir cuando me contestó, después de tres tonos de marcado. -Nick, ¿puedes venir a mi habitación?- necesitaba alguien con quién poder desahogarme, alguien que me escuchara. Si bien sabía de que sólo debía hablar con Demi, y disculparme; necesitaba un buen apoyo antes.
-No estoy en casa... Joe, ¿no vas al aeropuerto?-
-¿Qué? ¿De qué demonios hablas?- le respondí casi gritando -de verdad necesito hablar contigo, es respecto a Demi- y en ese momento mi corazón empezaba a apretarse.
-¿Qué sucedió?- parecía asustado -mira, apenas llegue a casa hablamos. Además ten claro que todos la vamos a extrañar.-
¿Por qué decía eso?, mi mente se retorcía tratando de buscar una solución a todo este lío, tratando de explicar las palabras de mi hermano; mientras mis corazón se apretujaba y las lágrimas amenazaban con salir al recordar lo que había pasado la noche anterior. Nunca me perdonaría el haberla hecho llorar de esa forma tan profunda y cruda. Lucía como un cachorrito herido bajo la lluvia; siempre relacionaba la lluvia con las escenas románticas de las películas, pero nunca recordaba los contrastes que mostraban, hasta la jornada anterior, en que presencié y causé yo mismo una, que definitivamente, jamás olvidaría.
-¿Qué quieres decir...?- pregunté como un pequeño niño a punto de recibir un castigo.
-Joe, ¿qué te dijo Demi anoche, cuando fuiste tras ella?- me cuestionó.
-Nada en especial, estaba muy... enojada, y triste, pero- 
-Ella tenía que hablar contigo por una razón, Joe. ¿No te dijo nada "importante"?- dijo acentuando la última palabra. 
Yo me quedé en silencio... el silencio concede, y Nick lo sabía.
-Debes ir al aeropuerto ahora mismo, Demi se irá, Joseph. Debes despedirte de ella.- sentenció.
"No", estaba siendo una palabra muy repetida dentro de mi mente, pero nada más podía decir. No, esto no podía estar pasando. No me di el trabajo de fijarme si había cortado la llamada, pero arrojé el aparato en la misma cama y me vestí con la rapidez de un rayo. Tomé el llavero del que colgaban todas mis llaves y corrí hacia mi auto. Introduje la llave en el agujero, y la giré, encendiendo el motor. Pisé el acelerador hasta el fondo produciendo un fuerte y molesto ruido. Retrocedí rápidamente y partí hacia el destino del que mi hermano me advirtió. El trayecto hacia el terminal de aviones era de poco más de media hora...
Mis dedos se aferraban al volante, no sabía cuánto tiempo más podía contenerme. Apreté mis labios, y  mis ojos se cubrían completamente con mis lágrimas. Tenía un deseo enorme de detenerme al costado de la autopista y liberarme por fin de toda esta sobrecarga de sentimientos; pero necesitaba ver a Demi, no podía dejarla ir así como así, no podía dejar que se vaya sin siquiera despedirme, no podía cometer otro error. Debía arreglar todo, debía disculparme, debía... recoger los trozos de su corazón que yo mismo había roto. La radio sonaba, pero no estaba escuchando. Apenas veía las líneas que delimitaban el camino, y mi mente estaba en otro lugar, flotando en algún lado del vasto universo.
Mi corazón palpitaba precipitadamente, y en cualquier momento sentía que se detendría. Un dolor me invadía el cuerpo entero; ¿y si no volvía a verla?.
"Demi, te amo" susurré, y en ese preciso instante comencé a llorar. Lo único que deseaba, era que me perdonara, que me sonriera otra vez, que me dejara ver sus ojos brillar de emoción, que me dejara poder tocar su tibia piel, y disfrutar de su hipnotizante aroma. Pero... yo no podía perdonarme a mí mismo, por mis acciones y las consecuencias que éstas trajeron consigo. 
Me faltaba muy poco para llegar, empecé a desesperarme, veía aviones despegar, esperaba que ella no fuera en ninguno de aquellos, confiaba en que fuera así. Me estacioné en cualquier parte y bajé corriendo. "Vuelos internacionales", no creía. Entré y subí al ascensor, una pequeña niña rubia observaba asustada mi llanto, pensé que... ella tal vez creía, que los hombres no pueden llorar. "Piso 3, vuelos nacionales", escuché decir a través del parlante. Apenas se abrieron las puertas salí disparado, oí como una señora me gritaba que fuera más cuidadoso, pero seguí corriendo. Le rogaba a todas las fuerzas del destino para que conspiraran a mi favor, veía miles y miles de personas, pero no a la que yo quería. Sería un problema encontrarla en este lugar.
Ya no podía correr más, me apoyé en una muralla y bajé lentamente hasta quedar sentado en el suelo, estaba frío. La frustración me invadía, lloré desconsoladamente, desesperado por encontrar a la mujer que amaba. Nadie notaba mi presencia, veía zapatos pasar fugaces junto a mí, las ruedas de las maletas rodando, cuerpos chocando. Necesitaba tenerla de vuelta conmigo, se había convertido en una parte esencial de mi ser, ella era la inspiración para cada cosa que hacía, la pensaba en cada segundo... y ahora, no estaba, ¿qué sería de mí?; no podía visualizarme sin Demi. No podía aceptar que ese amor probablemente nunca más lo presenciaría. No quería darme por vencido. La amaba, ¿no es cierto?. Sí, ésa era la verdad, la amaba demasiado. Debía encontrar una solución, debía seguir insistiendo.
"Pasajeros del vuelo 143 a New York City, abordar por puerta de embarque número 7". Eso fue todo. No necesitaba más que oír, algo en mi interior se encendió y me dijo a gritos que debía ir tras el único verdadero amor de mi vida. Corrí, esta vez esperanzado, aún no se iría; ella no podía irse si me veía.
Puerta 4, 5, 6... puerta 7. No me detuve un instante, era ahora o nunca, todo o nada. Debía portar un pasaje que no tenía, me escurrí bajo el marco, causando gritos de los guardias, se hablaban por los radios, diciéndose unos a otros que detengan al muchacho de la polera azul. Ésto debía ser rápido. ¿Dónde estás?, me preguntaba. En el mesón, de espaldas a mí; reconocería esa silueta en cualquier parte.
-¡Demi!- vociferé -¡DEMI!- y aún más fuerte. Ella volteó, sí, era ella. Corrí, halado por su persona.
Pero esto no era una película. Un cuerpo enorme, imponente, se plantó entre ella y yo.
-No- dijo su padre, mirándome serio, muy serio, furioso.
-¡Por favor!- le implore, y las lágrimas renacían -necesito hablar con su hija sólo un momento.-
-Ya le has causado bastante daño- me encaró, y me empujó con sus grandes manos desde mi pecho.
Ella. Se asomó por entre el corpulento y robusto cuerpo de su papá, y lo miró compasiva. Tocó delicadamente su brazo, "está bien, papá, será sólo un momento... y no va a cambiar nada".
Sus palabras llegaron hasta lo más profundo de mí, sí podía cambiar esto... debía hacerlo, o intentarlo. Su mirada se encontraba triste, desolada. Sus labios estaban quietos, rectos. No llevaba maquillaje ni ropas caras, y aún así, parecía un ángel.
-Demi...- murmuré y mi mentón tiritaba, causando un hilo desigual en mi voz. Quería abrazarla, pero tenía claro que muchas cosas me lo impedían. Ella me dirigió una fría mirada. -Demi- sollocé. -perdóname, por favor, bonita. Perdón por todo esto...- le dije llorando, ella no hacía más que observarme.
-Yo no soy a quién debes pedir perdón- contestó cortante.
-Entonces, te pido que por favor intentes olvidar el daño que te causé, por favor... Demi- mis manos se dirigieron a tocar sus hombros, pero se detuvieron a medio camino, las azoté en el aire, frustrado, destrozado, y las volví a bajar. -me arrepiento tanto.-
Ella trató de esconder sus ojos llorosos, se contuvo, y volvió a dirigirme la mirada... seguía como antes, no soportaba tener que verla de esta manera.
-Yo no puedo seguir esto, ya no más- me dijo con su voz quebrándose; lo que me causó mucho más dolor. Lloré con más fuerzas, y ella intentaba no hacerlo.
-No digas eso- le respondí, alzando mi voz -podemos intentarlo de nuevo... pero no te vayas, por favor- mi llanto era más que yo, y nadie estaba como para poder acompañarme.
-¿Crees que por venir hasta acá voy a cancelar mi viaje?, ¿crees que es así de sencillo?- me enfrentó cambiando drásticamente su tono de voz. -Pues no lo es- apretó su mandíbula. -yo no voy a dejar mis planes sólo por ti... en especial por alguien como tú.-
Esto no estaba saliendo de la forma esperada, ni mi egocéntrica forma de verme me daba confianza como para poder manejar la situación. Sin ella, yo sólo era yo. Necesitaba ser un nosotros. Mi corazón sufría y dolía más cada segundo que pasaba, y las lágrimas no paraban ni un instante.
-Te amo...- sollocé como último recurso.
Ella detuvo su vista en la imagen de mí, llorando. Vaciló un instante, y escuché cómo tragaba su propia saliva.
-... estuve encantada de conocerte, Joseph- y su voz se desmoronó. Se volteó antes de que yo pudiera verla derramar la primera lágrima. Caminó en dirección a la manga que la llevaría al avión, dónde la esperaban su padre y sus empleados.
Ya todo estaba dicho, ya nada podía hacer. Había puesto todas mis cartas sobre la mesa, y perdí el juego más importante. Perdí el juego, que de juego no tenía nada. Me destruí. Mi llanto se hizo más sonoro que antes, ya nada importaba, ya nada podía interesarme si la perdía.
La vi caminar, paso tras otro, hasta que no pude verla más. Nunca podría borrarme esa imagen.
Todo esto es culpa mía. De todo esto fui la causa, y de todo esto sufriría las consecuencias. 
Ella se fue,  se fue dejándome ahí parado, ahí parado como un vagabundo solitario, que no fue capaz de ver el diamante por estar cegado por el sol. Como un alma en pena. Como un cupido sin corazón. Como un fuego sin llamas.
Como yo... sin ella.




Y, yo también, estuve encantado de conocerte.


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3 comentarios:

  1. me encantaaaaaaaaaaaaa siguela , quiero otro final mas lindo :( , mas felicidad :((

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  2. Nooooooooooo!! porque la dejas asi? ='( Yo quiero un final mas lindo, Feliz! Porfa Tenes que seguirla!! PLEASE!!!

    PD: hare todo lo posible para que mas gente lea y asi puedas seguirla xD

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  3. Me leí en un dia los treinta capitulos, ME ENCANTO!!!! quiero más, please pleasee!! jajaja es como un vicio, me encanto como describis cada cosa que sisnten, y mas me gusto que sea Jemi. QUIERO MÁS♥ y voy a hacer todo lo posible para que más personas la lean! :)

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