viernes, 25 de noviembre de 2011

Young Love Murderer IV

Antes de reaccionar sobre lo que estaba haciendo, me sacaron de mi fantasía de repente. Nick tomaba mi brazo con fuerza, y echaba a Joe hacia atrás, lentamente; lo alejaba de mí y yo no quería.
Le dirigí mi mirar a Nicholas, pero inmediatamente me volteé hacia su hermano.
-¿Cómo entraste?- mi voz era algo que sonaba extremadamente desesperado, apenas podía respirar, y de a poco se iba formando un inmenso nudo en mi garganta.
-Vine con Travis- respondió a mi pregunta sin vacilar un solo segundo.
Mientras a mi novio se le debía estar partiendo el corazón en pedazos, yo estaba aquí, como una idiota, preocupándome sólo por Joe; ¿qué tan mal debería sentirme por eso?, ¿peor de lo que me estaba sintiendo?.
Corrí hacia la habitación principal del departamento, me lo encontré sentado en el radiante sillón blanco, con su mirada perdida por el balcón, me planté en el piso y no dejé de mirarlo hasta que él se fijó en mí.
-Demi- dijo, tratando de fingir una sonrisa. Pero inmediatamente se puso de pie, como si estuviese esperando a que yo llegara para hacer esto. Tomó una pequeña mochila negra que apoyaba en sus pies.
-No te vayas- le dije muy rápido -¿podemos hablar, por favor?-.
Su mirada cambió completamente, me observaba como exigiéndome que me detuviese. Pasó a mi lado y salió del lugar, así, como si nada.
Decidí ir tras él, de nuevo. ¿Tan drásticamente acabaría nuestra historia?.
-¡Por favor!- grité a mitad del pasillo, él ya iba cerca del ascensor.
No me hacía caso alguno, caminé, más bien troté, para poder alcanzarlo, Travis ni siquiera se daba media vuelta. Me aferré a su playera, y él detuvo sus pasos. Se volteó a verme, y de sus celestes ojos se asomaban espesas lágrimas, su cara ya no reflejaba la alegría de todos los días. Tomó mi mano con la que lo estaba atando, acarició mis dedos y los despegó de dónde estaban.
Sabía que lo mejor que podía hacer, era no hacer nada más. Se subió al elevador, las puertas se cerraron, y me di cuenta de que perdía todo lo que había sido mi vida en New York... porque, además de ir a la academia, él era todo lo que había podido conseguir, con él pasaba todo mi tiempo, con él solía ir a todas partes, una parte de mí se iba con él. Pero, más que mi novio, él fue como un mejor amigo, como un hermano , consolándome a mí, y a mi herido corazón.
Me sentía frustrada, incompetente, hipócrita, ¿así se sentía defraudar a alguien?. Empecé a llorar, pero de rabia, y ya sabía en quién descargarla. Regresé a paso rápido, dando cuánto portazo pude, hasta mi dormitorio.
-¡Todo esto es por tu culpa!- empujé a Joseph por su pecho; él me miraba incrédulo.
Se demoró unos minutos, pero al fin respondió a mis palabras.
-¿Qué?- bueno, por lo menos había respondido.
-¡Tú sabes a lo que me refiero!- estaba histérica, y él hacía que me sintiera aún más nerviosa, me estremecía todavía más, me alborotaba pensar que estábamos tan cerca pero tan lejos a la vez.
-¡No! No lo sé, Demi- exhaló aire, y se quedó con los brazos suspendidos, y sus manos por sus bolsillos.
-Por causa tuya Travis se fue, por tu culpa le hice daño, ¡es todo tu culpa!- Joe seguía con la misma cara de no comprender nada -todo por ti, por tu genial idea de haber venido de repente, después de semanas y semanas, a refregarme en la cara que, que...-
-¡Yo sólo vine a pedirte otra oportunidad!- de a pequeños pasos se iba acercando a mí.
-Creo que ya te dí una, por lo de Brenda, ¿lo recuerdas?- decidí encararlo, pero no me estaba resultando bien, no sentía que él tuviese la culpa por esto exactamente, solamente necesitaba culpar a alguien que no fuese yo misma por la partida de mi novio; o, a estas alturas... ex-novio.
-Claro que lo recuerdo, pero necesito otra, Demi, por favor...-
-Obviamente necesitas otra oportunidad, ahora que te aburriste de tener sexo con Ashley- ya ninguno gritaba, pero la conversación se tornaba cada vez más profunda.
-No, no digas eso...- sus cejas se bajaron, dejando su rostro como uno de los más inocentes, heridos, y tiernos que jamás vi -yo, Demi, yo no...-
-¿Me vas a negar que tuviste sexo con ella?- porque yo lo sabía, aunque nadie nunca me lo hubiese dicho, era una de esas verdades que tan sólo sabes, porque son tan ciertas que las ves en todas partes. Joseph selló y apretó sus labios, haciendo nada, además de confirmar lo que más me dolía -dijiste que me amabas, Joe.
Me sentí agotada, lo miré directo a los ojos, y, en un acto paralelo, nuestras miradas se humedecieron.
-Lo único que querías era sexo- y él seguía sin decir palabra alguna. El silencio concede. Estaba concediendo más de lo que deseaba. -y cuando yo no te pude satisfacer, cuando te dije que no estaba lista, me dejaste, me engañaste, te olvidaste de mí.-
Se movió más rápido de lo que pude pensar, lo que pasó después, fue que lo vi, llorando desconsoladamente, sujetaba mis dos manos en las suyas, y las apoyaba en su pecho, que se inflaba para luego volver a su posición normal, estaba muy agitado. "No", murmuró, en un sollozo apenas audible.
-Suéltame, me das asco- junto con las palabras, se escaparon también unas cuantas lágrimas, que se convirtieron en varias y muchas al paso de segundos. Intenté zafarme de sus fuertes extremidades, aunque, como era de esperarse, no me fue posible.
Soltó mis manos, pero puso las suyas en mis mejillas, que por cierto, estaban ardiendo; lo que, en conjunto con las torturadoras lágrimas, me hacían sentir miserable. Pero tan sólo el tacto, su cuidadoso tacto en mi piel, podían tranquilizarme, a pesar de todo.
-Puedes sentir cualquier cosa por mí- unió nuestras frentes y narices, como solía hacerlo, cuando mi vida estaba en el tope, cuando nada me perturbaba -pero yo te amo. Digas lo que digas, pienses lo que pienses, mi amor por ti es un hecho; es algo tan fuerte, tan fuerte, Demi, que mi estabilidad depende de ti. Todo depende de ti ahora, aunque siempre fue así. Siempre te necesité, ¿lo sabías?- su respiración impregnaba mis labios, tenía los ojos cerrados, y estaba segura de que él también, pero así, estaba todo más claro -cuando llegaste, llenaste esa parte que me faltaba. Y acepto, que soy el idiota más grande de este universo, pero soy un idiota que está perdida y locamente enamorado de ti, y así será, siempre. Y, si tú no sientes lo mismo por mí, bueno, nada cambiará mis sentimientos; porque esto es lo más fuerte que he sentido en mi corta vida.-
Entonces sucedió lo que marcaría el antes y el después.
Podía sentir cómo se acercaba, definitivamente, nada en mí quería evitarlo. Sus labios de a poco iban tocando los míos, hasta quedar unidos, perfectos, por completo. Las lágrimas eran ya un seco recuerdo en nuestros rostros, se separó de mí. "Te amo", dijo, y apenas, porque lo impulsé hacía mí, otra vez; porque lo necesitaba. Siempre fue él. Ahora, que lo tenía de nuevo, todo, mágicamente, volvía a estar en orden, todo en armonía, todo, hasta nosotros dos.
"Te amo", repetimos, ambos, reiteradamente entre los besos. Y los besos, los besos no eran tan sólo besos, eran, hasta el momento, la forma más pura y apasionante para demostrarnos todo lo que estábamos sintiendo. Lo amaba, y él a mí, y lo demás... lo demás no tenía importancia.

1 comentario:

  1. kfjrekjregkjrgerkgrgkjerlgjrgljlsjflgjhtrlkj dios, perfecto, perfecto. extrañaba que subieras :(
    ¡síguela! <3

    ResponderEliminar