- Emm. Yo... creo, sí, eh, sólo caí, creo, caí. - Fue lo único que salió de mi boca, con suerte. "Genial" pensé, gran presentación. Aunque fue un logro el poder combinar dos palabras. Sonrió.
Rayos ¿que su belleza no acababa?. Sus labios, unos gruesos y rosados labios que al instante me hizo desear. Una nariz más que perfecta, como tallada a mano y unida perfectamente a su frente, ni un solo error. Sus ojos, unos ojos almendrados color avellana que reflejaban una mirada profunda y coqueta, llena de risa y misterios. Se cabello corto a los lados, alborotado arriba, lo hacía parecer despreocupado. Y lo que acababa de ver lo único que hacía era seguir sumando puntos a mi descripción de un ángel. Su sonrisa. Unos pequeños dientes se asomaban como cristales, deslumbrando con un fulgor jamás visto, curvando un poco su boca hacia el lado, esa sonrisa.
Yo me quedé viéndole, admirándole. ¿Qué más podía hacer? Si mi boca no encontraba alguna coherencia para unir palabras, y mi cuerpo se iba ablandando, sentía que mis piernas me dejarían caer. Sonreí.
Yo me quedé viéndole, admirándole. ¿Qué más podía hacer? Si mi boca no encontraba alguna coherencia para unir palabras, y mi cuerpo se iba ablandando, sentía que mis piernas me dejarían caer. Sonreí.
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