sábado, 10 de septiembre de 2011

Enchanted ~ 22.

-No puedo dormir así- reí, mostrando mi vestido.
-Siempre he pensado que la ropa interior de las mujeres es lo mismo que un bikini- sonrió Joseph, y luego me guiñó un ojo, le dirigí una mirada, como diciendo "¿en serio?"
-Yo también, pero... en este caso, necesitaría tu camisa- dije, el vestido que andaba trayendo no se veía bien con sostén, por lo tanto, tenía que dormir con algo más.
"Oh, entiendo", y soltó una leve carcajada. Después de un buen rato de una pelea fingida, ninguno de los dos decidió salir de la habitación. Era pequeña, de madera, con un cama de plaza y media, y uno que otro objeto para usar en verano. Varias fotos se lucían en la muralla.
-Bien, pero no mires- lo apunté con mi dedo índice, para eso estaba este dedito, ¿no?. Él sólo rió y dio media vuelta, tomó sus manos y enderezó su cabeza, parecía un soldadito. Sonreí a mí misma.
Empecé a sacarme el vestido y los accesorios que llevaba lo más rápido que pude. Quedé sólo con una pequeña pantaleta negra de encaje, cuando me di cuenta de que Joe aún no me pasaba su camisa.
-Hey, ¿no se te olvida algo?- pregunté. Él se volteó rápidamente, dejándome un mínimo de tiempo para esta vez yo darle la espalda, con mis brazos cruzados en mi pecho, cubriéndome.
-¿Qué?- pude suponer la sonrisa que se le había formado. -oh... hey, sexy- luego de un momento sentí su cuerpo tibio tocando mi espalda, puso sus manos en mis caderas, de uno de sus dedos colgaba su ahora arrugada prenda que yo necesitaba.
-Ya... no me mires- dije avergonzada, mi rostro adquirió un fuerte tono rosado, traté disimularlo.
Movió su cabeza y besó dulcemente toda mi mejilla derecha. Esto no ayudaba a disimular lo sonrojada que me encontraba. Reí y él se alejó, dándose la vuelta, otra vez. Agarré su camisa que él había dejado en mis manos y me la puse torpemente.
-Listo- me senté en la cama, y Joe me miró. Se me había olvidado algo, ahora que yo tenía su camisa, él lucía su torso desnudo. Puede que ya lo haya visto así, en la piscina, pero las situaciones eran distintas. Su cuerpo, sin ser perfecto, era admirable. Me dejaba con la boca abierta verlo así, y no lo pude disimular. Tomó la hebilla de su cinturón y lo desabrochó.
-¿Qué haces?- dije sorprendida, algo... nerviosa.
-¿Quieres que duerma con pantalones? ¿Con este calor?- me preguntó risueño. -Además, estaré contigo, no creo que pasemos frío- me dirigió una mirada llena de ternura. Reí, aunque creo que fue más por los nervios.
Fui al baño, no sé a qué, me miré un buen rato al espejo... no, ya no me sentía fea como antes. Él, sin quererlo, me estaba ayudando con uno de los problemas más graves que he sufrido mi vida entera.
Al regresar, abrí la puerta de la habitación, levanté la mirada, estaba Joe de espaldas, sólo con sus calcetines y sus boxers que se le apegaban a la piel. No sabía qué hacer, me subí en la cama y empecé a dar brincos, él me miró al instante.
-Hey, no hagas eso, mañana no quiero hacer la cama otra vez- rió acercándose.
"Oh", suspiré deteniéndome. Me posicioné al borde de la cama, y, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, él sujetó mi cintura, subiendo un poco la camisa, y yo apoyé mis manos en sus hombros.
Me elevó, con una facilidad como si yo fuera una pluma, mientras estaba en el aire movía mis pies alegremente, finalmente, pisé sobre los suyos en mis puntas.
Me abrazó fuerte, y yo a él. No pude evitar un bostezo al acomodarme en su pecho.
-Tienes sueño, bonita. ¿Quieres dormir?- preguntó de una manera tan dulce. Sólo asentí. Me levantó a un centímetro del suelo, y me llevó hasta la cama. Me dejó suavemente y se posicionó sobre mí. No dejaba de observarme.
-¿Qué?- reí, pero él seguía igual.
-Demi... te quiero, te quiero mucho.- dijo con un poco de dificultad, pero decidido. Y con una seriedad inmensa. No pude más que fundirme en esos ojos cafés, pardos, los veía de todos colores, sí, eran mis favoritos.
-Te quiero- repetí, nada más reflejaba lo que sentía. Lo atraje hacía mí desde el cuello, él sabía que su peso era mayor al mío, en un fácil movimiento quedé yo sobre él, si cualquier persona nos hubiera visto así, medio desnudos y apegados sobre la cama, hubiese pensado mal, pero el momento era hermoso. Con él todo era real, todo era sincero, y me parecía maravilloso sentir esto con alguien. Quería decirle mucho más que un "te quiero" pero no me sentía capaz, me sentía miedosa, ¿de qué? ¿decepcionarlo?, sí, porque lo había hecho muchas veces antes, con cada persona que conocía.
Ya estábamos bajo las sábanas, mirándonos fijamente, diciendo nada pero a la vez todo. Nos sonreíamos como idiotas todo el tiempo. Mis manos reposaban en las de él, jugaban y se enredaban. Nos dábamos breves besos, que al final terminaban en uno que duraba una eternidad, así, una y otra vez. En ese momento, sólo existíamos los dos, en algún lugar lejano, en nuestra propia estrella, en nuestro propio cielo, y nada parecía faltar, nada parecía fuera de lugar.

Habíamos pasado la noche riendo y acariciándonos, nos dormimos a eso de las 5:00 A.M., y tuve que despertarlo al mediodía, al fin descubrí alguien que duerme más que yo. Fui a comprarme un mini vestido, con dinero prestado de Joe; él lo mencionó "un regalo", pero se lo pagaría.
No quiso llevarme a mi casa, "Vamos, pasemos todo el día juntos, afuera", y lo hicimos. Comimos al aire libre en un restaurante, el día estaba hermoso, aunque a veces el calor no se soportaba. Paseamos por el centro, comiendo helados y tomados de la mano. Me encantaba ver cómo todas las chicas que pasaban lo miraban detenidamente, y yo podía sujetarlo más fuerte, abrazarlo, porque lo sentía mío.
Llegamos hasta la costanera, y nos sentamos un momento en un muelle, que, la verdad estaba solo de adorno. Los niños jugaban y corrían, familias enteras disfrutaban del sol.

Parecía que el tiempo corría al estar con Joe, había aceptado llevarme a casa, "debes ponerte linda para la fiesta a la que iremos".
-¿Otra más? ¿Tú crees que no me canso?- reí.
El verano había llegado definitivamente, me puse un short de jeans, y una polera blanca, no sentía necesidad de ponerme algo "muy bonito", porque me sentía de verdad bella.
Joseph también vestía una polera de color blanco, pero se puso pantalones largos, de jeans, oscuros. Le encantaba verse bien, puede que le guste la moda más que a mí. Cuando ya estuvimos listos nos fuimos, era muy cerca de la cabaña en que habíamos pasado la noche. Todo el camino al entrar tenía antorchas prendidas con velas dentro.
Joe me abrazó, pasando su brazo por mi espalda, yo me enredé en su cintura, el guardia nos abrió la puerta, y nos encontramos frente a frente con el villano de mi vida.

1 comentario:

  1. perfecto. es lo único que puedo decir.

    amo con loooooocura esta novela <3

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